La Agencia Tributaria te vigila por Bizum: «Un ingreso superior a esta cifra y saltan todas las alarmas», advierte Jorge Riera (52), inspector de Hacienda

El gesto más cotidiano, como pagar tu parte de la cena, puede ponerte sin saberlo en el radar de la Agencia Tributaria. Descubre la cifra exacta a partir de la cual tu banco tiene la obligación legal de comunicar tus movimientos directamente a Hacienda.

El uso de Bizum se ha convertido en un gesto tan mecánico como sacar la cartera, pero ¿somos conscientes de que cada transacción deja un rastro imborrable? Millones de españoles utilizan esta herramienta a diario para pequeños pagos, lo que nos lleva a una peligrosa sensación de invisibilidad fiscal. Sin embargo, lo que muchos ignoran es que la Agencia Tributaria tiene acceso a todos los movimientos que superen ciertos límites, y no son tan altos como podrías imaginar. La comodidad de este pago instantáneo tiene una doble cara.

Esa facilidad para enviar y recibir dinero al instante nos ha hecho bajar la guardia. ¿Quién se preocupa por la declaración de la renta al pagar un café o un regalo a medias? Ahí reside el error de confianza que puede salir muy caro. Un inspector de Hacienda nos advierte sobre la vigilancia existente, porque Hacienda no se enfoca en los pequeños pagos aislados, sino en la suma total y la periodicidad de los mismos, activando alertas automáticas que pueden derivar en una inspección. Sigue leyendo y descubre cómo funciona el sistema.

¿CREES QUE TUS PEQUEÑOS PAGOS SON INVISIBLES? PIÉNSALO OTRA VEZ

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La mayoría de usuarios emplea Bizum para cantidades que parecen insignificantes: la cena del viernes, la entrada del cine o el regalo de cumpleaños de un amigo. Esta operativa, aparentemente trivial, genera un espejismo de opacidad que nos hace creer que son movimientos entre particulares sin relevancia fiscal. El problema surge cuando la suma de estos pequeños importes alcanza una cifra considerable a lo largo del año, ya que el sistema de control fiscal no distingue el origen, sino el volumen total de dinero recibido.

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La clave no está en el importe individual de cada operación, sino en el cómputo anual de todos los ingresos recibidos a través de la plataforma. Por ello, pensar que realizar múltiples envíos de baja cuantía te exime de cualquier control es un error de cálculo, porque los bancos están obligados por ley a informar sobre la suma acumulada de las operaciones de sus clientes. Es precisamente en ese agregado donde la Agencia Tributaria pone el foco para detectar posibles irregularidades o fuentes de ingresos no declaradas.

LA CIFRA MÁGICA: 10.000 EUROS ANUALES QUE ENCIENDEN EL PILOTO ROJO

Pese a la creencia popular, no existe una regulación específica para Bizum, sino que se somete a la misma normativa que el resto de las transferencias bancarias. Esto significa que está directamente afectado por la Ley General Tributaria y la ley de prevención del blanqueo de capitales. Por eso, el umbral que activa las alarmas de forma automática es el mismo para cualquier movimiento bancario, y es que las entidades financieras deben notificar a Hacienda cualquier operación o suma de ingresos que alcance los 10.000 euros anuales.

Este límite no es una cifra caprichosa, sino una obligación legal impuesta a los bancos para el control fiscal y la lucha contra la economía sumergida. Cuando tus ingresos anuales por Bizum, sumados a otras transferencias, superan esa cantidad, tu entidad lo comunica directamente sin necesidad de que medie un requerimiento judicial. A partir de ese momento, la Agencia Tributaria puede iniciar un procedimiento para cruzar esa información con tu declaración de la renta y verificar la procedencia de dichos fondos.

EL VERDADERO PELIGRO: CUANDO LA AYUDA SE CONVIERTE EN INGRESO RECURRENTE

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El verdadero caballo de batalla de Hacienda no son los pagos esporádicos entre amigos o familiares, sino el uso de Bizum para encubrir actividades económicas no declaradas. Aquí entran en juego los ingresos recurrentes, aquellos que se repiten con una periodicidad clara, como el cobro de un alquiler, clases particulares o pequeños trabajos profesionales. Es aquí donde el riesgo de una inspección se multiplica exponencialmente, ya que cualquier ingreso periódico es considerado por Hacienda como un rendimiento de una actividad económica y, por tanto, debe ser declarado.

Los algoritmos de la Agencia Tributaria están diseñados para detectar patrones de comportamiento, y recibir una cantidad similar de la misma persona cada mes es una bandera roja inconfundible. Este tipo de regularidad en los ingresos a través de Bizum es un indicio clarísimo de una posible fuente de economía sumergida que el fisco persigue activamente. Por este motivo, el sistema identifica automáticamente estas pautas y las contrasta con las declaraciones del IRPF del contribuyente, iniciando una investigación si encuentra discrepancias.

«ENTONCES, ¿QUÉ TENGO QUE DECLARAR Y QUÉ NO?», LA PREGUNTA DEL MILLÓN

La línea que separa un simple pago entre amigos de un ingreso que debe declararse es más clara de lo que parece. Si utilizas Bizum para dividir la cuenta de un restaurante o para que te devuelvan el dinero de un billete de tren que adelantaste, no tienes nada que temer. Esas operaciones no generan un beneficio ni un rendimiento económico. En cambio, la situación cambia radicalmente si lo usas para cobrar por un servicio, ya que solo aquellos pagos que constituyan una ganancia patrimonial o un rendimiento de actividad económica están sujetos a tributación.

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Por tanto, la obligación de declarar no depende de la plataforma de pago utilizada, sino de la naturaleza del ingreso. Si un profesional, como un fontanero o un diseñador gráfico, cobra un trabajo a través de Bizum, ese dinero es un ingreso de su actividad y debe incluirlo en su facturación y declararlo. En esencia, los ingresos derivados de un trabajo o la prestación de un servicio son rentas gravables, independientemente del método por el que se perciban, y ocultarlos puede acarrear serios problemas con el fisco.

LAS CONSECUENCIAS: «LA SANCIÓN PUEDE SUPERAR EL 50% DE LO NO DECLARADO»

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Ocultar ingresos a través de Bizum puede salir mucho más caro que declarar correctamente. Si tras una inspección de Hacienda se demuestra que has estado recibiendo dinero por una actividad no declarada, te enfrentarás a un procedimiento sancionador. Las consecuencias no son triviales, ya que la multa mínima suele ser del 50% de la cantidad que has dejado de ingresar en tu declaración. Sin embargo, la sanción puede escalar hasta el 150% del importe defraudado dependiendo de la gravedad y la reincidencia, además de los correspondientes intereses de demora.

La tecnología que nos ha regalado la inmediatez en los pagos es la misma que ha cerrado el cerco sobre el fraude fiscal. La era del dinero en efectivo como sinónimo de opacidad está llegando a su fin, y la comodidad de una herramienta como Bizum lleva implícita una total trazabilidad. Cada envío, cada recepción, deja una huella digital permanente en el sistema bancario, porque a diferencia del efectivo, cualquier pago electrónico es perfectamente rastreable por las autoridades fiscales durante años, convirtiendo la transparencia en una realidad ineludible.

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