Berta Ríos (47), toxicóloga: «El atún en lata es un veneno silencioso: esta es la cantidad de metal pesado que estás acumulando en tu cerebro cada semana».

El atún en lata que guardas en la despensa, ese recurso fácil para una cena rápida o una ensalada de verano, podría ser un caballo de Troya en tu dieta. La toxicóloga Berta Ríos lo define sin rodeos como un «veneno silencioso», una afirmación que hiela la sangre y que nos obliga a preguntarnos qué hay realmente detrás de un alimento tan cotidiano. ¿Podría este gesto tan simple estar llenando nuestro cuerpo de algo más que proteínas?

La advertencia de Ríos apunta directamente a los metales pesados que se esconden en estas conservas de pescado, y la clave de su mensaje no es alarmar, sino concienciar, pues la acumulación progresiva de mercurio en el organismo puede tener efectos neurotóxicos devastadores a largo plazo. La pregunta ya no es si el atún es saludable, sino si estamos pagando un precio invisible por su consumo habitual y si realmente conocemos los riesgos de esta popular conserva.

¿QUÉ SE ESCONDE REALMENTE EN ESA LATA TAN INOFENSIVA?

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Este metal pesado, presente de forma natural en el medio ambiente, se vierte en los océanos por la actividad industrial y se transforma en metilmercurio, un compuesto altamente tóxico que los peces absorben. Según advierte Berta Ríos, el metilmercurio es una potente neurotoxina que se bioacumula en la cadena alimentaria marina, alcanzando sus mayores concentraciones en los grandes depredadores como el atún, convirtiendo a este pescado en un vehículo directo de toxicidad a nuestro plato.

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Lo realmente preocupante es cómo nuestro cuerpo gestiona este compuesto al ingerir atún en conserva. A diferencia de otros tóxicos, el sistema digestivo humano absorbe casi la totalidad del metilmercurio presente en el pescado que comemos, pasando directamente al torrente sanguíneo y distribuyéndose por todo el cuerpo. Este proceso, silencioso y sin síntomas inmediatos, es la base del peligro que entraña un consumo frecuente de este tipo de metales pesados.

EL CEREBRO, LA VÍCTIMA SILENCIOSA DEL ATÚN EN LATA

Los efectos de este metal pesado afectan de forma directa a nuestro órgano más complejo, convirtiendo el consumo de atún en lata en un riesgo para la salud cerebral. Fuente: Freepik
Los efectos de este metal pesado afectan de forma directa a nuestro órgano más complejo, convirtiendo el consumo de atún en lata en un riesgo para la salud cerebral. Fuente: Freepik

Una vez en la sangre, el metilmercurio tiene una afinidad especial por el sistema nervioso central, ya que es capaz de atravesar la barrera hematoencefálica, una membrana que protege al cerebro de sustancias dañinas. Como insiste la toxicóloga Berta Ríos, esta capacidad para infiltrarse en el cerebro le permite dañar las neuronas de forma lenta pero constante, afectando a la memoria, la coordinación y las capacidades cognitivas sin que nos demos cuenta hasta que el daño es significativo.

El verdadero peligro del atún en lata no reside en un consumo esporádico, sino en la frecuencia con la que aparece en nuestra mesa. El cuerpo humano tarda mucho tiempo en eliminar el metilmercurio, por lo que cada nueva ración que ingerimos se suma a la anterior. Es la definición perfecta del «veneno silencioso» del que habla Ríos, pues la acumulación de este metal pesado en los tejidos cerebrales es un proceso acumulativo a lo largo de los años, una hipoteca para nuestra salud futura.

¿TODOS LOS ATUNES SON IGUALES? LA GUÍA PARA ELEGIR BIEN

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La regla general es sencilla: cuanto más grande y longevo es el pez, más mercurio ha acumulado en su organismo a lo largo de su vida. Por eso, las grandes piezas de atún rojo, por ejemplo, presentan niveles muy superiores a los de especies más pequeñas. Aunque no sea el más común en conserva, la clave para el consumidor está en fijarse en la especie de túnido que especifica la etiqueta del envase, ya que ahí reside la principal diferencia en cuanto al riesgo.

En los lineales del supermercado encontramos principalmente dos variedades de esta conserva de pescado: el atún claro y el bonito del norte. El primero, generalmente de la especie skipjack o rabil, es un pez más pequeño y con un ciclo de vida más corto, por lo que su carne es más segura. Por el contrario, el bonito del norte o atún blanco (Thunnus alalunga) suele contener hasta tres veces más mercurio que el atún claro, por lo que su consumo debería ser más ocasional.

LA DOSIS HACE EL VENENO: ¿CUÁNTO ATÚN EN LATA ES DEMASIADO?

Equilibrar los beneficios nutricionales y los riesgos del atún en lata pasa por controlar las raciones que consumimos a la semana. Fuente: Freepik
Equilibrar los beneficios nutricionales y los riesgos del atún en lata pasa por controlar las raciones que consumimos a la semana. Fuente: Freepik

Las agencias de seguridad alimentaria establecen recomendaciones claras, sobre todo para los grupos más vulnerables. Las mujeres embarazadas, en periodo de lactancia y los niños pequeños deberían limitar drásticamente o incluso evitar el consumo de ciertas especies de atún por el riesgo para el desarrollo neurológico. En este punto Berta Ríos es tajante, pues para las poblaciones sensibles, incluso una pequeña dosis de metilmercurio puede tener consecuencias irreversibles en el desarrollo del cerebro.

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Para un adulto sano sin circunstancias especiales, la clave está en la moderación y la variedad. Disfrutar de los beneficios del atún en lata, como su aporte de omega-3, sin asumir riesgos innecesarios, implica no convertirlo en la única fuente de pescado de nuestra dieta. Por ello, los expertos consideran que un consumo que no supere las dos latas de atún claro a la semana se mueve dentro de un margen seguro, siempre y cuando se combine con otros pescados de bajo riesgo.

MÁS ALLÁ DEL ATÚN: ALTERNATIVAS PARA UN BOCADILLO SEGURO

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Afortunadamente, existen numerosas alternativas deliciosas y mucho más seguras para enriquecer nuestras ensaladas, pastas y bocadillos. Pescados pequeños y no depredadores como las sardinas, la caballa o el jurel son opciones excelentes que, además de ser económicas, tienen un perfil nutricional fantástico. De hecho, estas especies contienen niveles de mercurio insignificantes y son excepcionalmente ricas en ácidos grasos omega-3, calcio y vitamina D.

La próxima vez que vayas a preparar algo rápido, piensa en variar y no recurrir siempre al atún en lata. Introducir otras conservas de pescado en tu rutina no solo te protegerá de la acumulación de metales pesados, sino que también enriquecerá tu paladar y tu salud. Como bien sugiere la advertencia de Berta Ríos, no se trata de prohibir, sino de elegir con conocimiento, pues la información es la mejor herramienta que tenemos para convertir nuestra alimentación en un acto de cuidado personal y disfrutar de la comida con total tranquilidad.

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