Durante siglos, el ciclo menstrual ha sido objeto de mitos, observaciones y estudios que lo vinculan con la Luna y sus fases. Desde las civilizaciones antiguas hasta la ciencia contemporánea, se ha explorado la posibilidad de que los ritmos biológicos femeninos sigan, de algún modo, la cadencia del satélite terrestre. Sin embargo, un nuevo estudio publicado en ‘Science Advances’ parece arrojar luz sobre un cambio silencioso que se ha producido en las últimas décadas: la sincronía entre el ciclo menstrual y los ciclos lunares se ha debilitado drásticamente desde el año 2010, coincidiendo con el aumento del uso de pantallas y la expansión de la luz artificial nocturna.
El ciclo menstrual, según la investigación liderada por la cronobióloga Charlotte Helfrich-Förster, habría estado en sintonía con los ciclos lunares hasta comienzos del siglo XXI. Pero esa conexión natural, que durante generaciones se creyó casi poética, parece haberse desdibujado bajo el resplandor de las luces LED y los smartphones. Los datos recogidos de 176 mujeres muestran que la alineación con los ritmos lunares comenzó a romperse con la llegada masiva de la tecnología que hoy forma parte de nuestra vida cotidiana.
3Lo que la ciencia aún intenta descifrar sobre el ciclo menstrual

Pese a las evidencias, los expertos piden cautela. El ciclo menstrual es un proceso complejo influido por múltiples factores, desde la edad y el sueño hasta la alimentación y el entorno, por lo que no puede atribuirse únicamente a la exposición lumínica. Claude Gronfier, investigador del Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica de Lyon, considera los hallazgos “fascinantes”, pero advierte que aún hacen falta estudios más amplios y registros precisos sobre la cantidad de luz a la que realmente están expuestas las mujeres.
Aun así, la investigación abre la puerta a comprender cómo la vida tecnológica moderna está modificando aspectos tan íntimos y naturales como el ciclo menstrual. Como apunta la investigadora Cristina Carrasco, de la Universidad de Extremadura, es necesario recuperar hábitos que respeten nuestros ritmos biológicos, desde cuidar el sueño hasta reducir la exposición nocturna a pantallas. Tal vez el desafío no sea solo entender cómo el ciclo menstrual se ha desligado de la Luna, sino aprender a reconectarlo con un entorno que, entre luces y notificaciones, nos ha hecho olvidar la influencia sutil de la naturaleza.