«Dejad de poner la fruta en el cajón de abajo de la nevera, la estáis pudriendo más rápido», sentencia la nutricionista Clara Valdés (41)

Frutas como plátanos, tomates o aguacates nunca deben refrigerarse para no dañar su textura y sabor. Separa las frutas que emiten mucho gas etileno (manzanas, peras) de las que son sensibles (fresas, uvas).

La costumbre de guardar la fruta en el cajón inferior de la nevera es un error que casi todos cometemos sin saber las consecuencias. Es un gesto mecánico, casi un ritual doméstico, pero que, según la nutricionista Clara Valdés, está saboteando nuestra compra. Lo que parece un lugar seguro y ordenado es en realidad una trampa de humedad, y es que según su tajante advertencia, la mayoría de las piezas de fruta se pudren más rápido en ese ambiente húmedo. ¿Por qué ese rincón del frigorífico es tan problemático?

La explicación es más sencilla de lo que parece y desmonta un mito muy extendido sobre la conservación de alimentos frescos. La clave está en el diseño de ese compartimento, pues tal y como explica Clara Valdés, ese compartimento está diseñado para conservar verduras que necesitan alta humedad, no para la fruta. Entender esta diferencia fundamental no solo te ayudará a tirar menos comida, sino a disfrutar de su sabor y textura en su punto óptimo durante mucho más tiempo.

EL ‘CRIMEN’ QUE COMETES A DIARIO EN TU NEVERA

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Meter ahí ciertos productos vegetales es como encerrarlos en una sauna fría y húmeda que les sienta fatal. Este entorno, como advierte Valdés, favorece la proliferación de microorganismos, y es que el exceso de agua acelera la aparición de moho y la descomposición de forma alarmante. Lo que creías que era proteger tu compra se convierte en un acto que, irónicamente, la echa a perder antes de tiempo, un detalle que la nutricionista insiste en corregir.

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Pero el problema no es solo la humedad, hay otro factor implicado que agrava la situación. Se trata de un gas invisible que liberan muchos de estos manjares naturales al madurar, y que al estar en un cajón cerrado, se concentra. Por eso, Valdés recalca que muchas frutas emiten etileno, un gas que actúa como una hormona de maduración para ellas mismas y para todo lo que las rodea.

¿FRÍO? NO, GRACIAS: LA FRUTA QUE ODIA EL REFRIGERADOR

No toda la fruta está hecha para el frío; algunas variedades sufren daños irreparables en sus texturas y sabores si se guardan a bajas temperaturas. Fuente: Freepik
No toda la fruta está hecha para el frío; algunas variedades sufren daños irreparables en sus texturas y sabores si se guardan a bajas temperaturas. Fuente: Freepik

Hay una lista negra de frutas tropicales que jamás deberían pisar la nevera, un error que la nutricionista Clara Valdés ve a diario. El plátano se pone negro, el aguacate interrumpe su maduración y el mango pierde su fragancia, ya que las bajas temperaturas dañan sus membranas celulares y detienen su maduración natural. Guardarlos en el frigorífico es la forma más rápida de arruinar una pieza que prometía ser deliciosa.

Lo mismo ocurre con otros productos de la huerta que consideramos imprescindibles, como el tomate. Aunque técnicamente es una fruta, meterlo en la nevera es un atentado contra su sabor. La advertencia de Valdés es clara: el frío convierte su textura jugosa en una pulpa harinosa y sin sabor. Lo mismo sucede con melocotones, nectarinas o albaricoques; siempre fuera hasta que estén maduros y listos para consumir.

EL CAJÓN TIENE DUEÑO: ¿QUÉ GUARDAR ENTONCES AHÍ ABAJO?

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El cajón de las verduras, como su nombre indica, es el paraíso para un tipo muy concreto de hortalizas. Hablamos de aquellas que necesitan un alto grado de humedad para no deshidratarse y mantenerse frescas y crujientes. Un ejemplo claro son las verduras de hoja verde, como lechugas y espinacas, se mantienen tersas gracias a ese ambiente controlado que imita sus condiciones naturales de crecimiento.

Junto a ellas, otros vegetales frescos encuentran en este rincón su hogar ideal para alargar su vida útil. El apio, los pimientos, el brócoli o los pepinos se benefician enormemente de este espacio, ya que como nos recuerda la experiencia de Clara Valdés, este ambiente controlado evita que pierdan agua y se arruguen prematuramente. Así que sí, el cajón tiene dueños, pero no son los que pensabas.

LA GUERRA DEL GAS ETILENO: AMIGOS Y ENEMIGOS EN EL FRIGO

Comprender qué fruta emite este gas y cuál es sensible a él es la clave para evitar que unas pocas piezas te estropeen el resto de la compra.  Fuente: Freepik
Comprender qué fruta emite este gas y cuál es sensible a él es la clave para evitar que unas pocas piezas te estropeen el resto de la compra. Fuente: Freepik

Existe un grupo de grandes productores de etileno que actúan como maduradores naturales. Manzanas, peras, plátanos y aguacates son los principales emisores, y su capacidad para afectar a su entorno es sorprendente. Como sentencia Clara Valdés, estas frutas actúan como potentes aceleradores de la maduración para sus vecinos sensibles, provocando un efecto dominó en tu frutero o en la nevera si no los separas.

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En el otro bando están los alimentos sensibles al etileno, que son sus víctimas directas. Fresas, uvas, brócoli o zanahorias se deterioran a una velocidad pasmosa si los almacenas cerca de los emisores. Es una de las razones más importantes para la separación de alimentos, porque el gas provoca que las verduras de hoja se pongan amarillas y las bayas se ablanden mucho antes de lo que deberían, un hecho que Valdés considera fundamental.

MANUAL DE SUPERVIVENCIA PARA TU FRUTA: ASÍ SÍ SE HACE

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La regla de oro es simple: las frutas que necesitan frío (uvas, fresas, cerezas, higos) deben ir en las baldas de la nevera, no en el cajón. Guárdalas en sus envases originales o en recipientes con ventilación. Y un consejo clave de Clara Valdés es no lavarlas hasta el momento de comerlas, puesto que el lavado previo elimina su capa protectora natural y añade una humedad que favorece el moho.

Un frutero en la encimera para los plátanos, tomates y aguacates, y las baldas del frigorífico para las bayas y uvas, es la distribución ideal. Aprender a organizar correctamente las frutas y verduras es un pequeño gesto con un impacto enorme. Al final, como bien concluye la nutricionista, separar correctamente los alimentos no solo ahorra dinero, sino que garantiza disfrutar de su sabor y propiedades al máximo, transformando por completo nuestra cocina.

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