Por primera vez en dos años, el Partido Popular que lidera Alberto Núñez Feijóo se enfrenta a una tormenta perfecta: las encuestas reflejan un claro estancamiento, cuando no un retroceso, en la intención de voto. Los últimos barómetros reflejan una fotografía preocupante para los populares: no solo pierden fuelle frente a un PSOE que, pese a los escándalos de presunta corrupción como el ‘caso Koldo’, resiste con entereza, sino que el crecimiento sostenido de Vox amenaza con arrebatarle una parte de su electorado más ideologizado.
A este contexto incierto se suman las crisis internas protagonizadas por algunos de los barones más destacados del PP: Isabel Díaz Ayuso, Carlos Mazón, José Luis Martínez-Almeida y Juanma Moreno. Todos ellos han pasado de ser piezas clave en el engranaje electoral de Feijóo a convertirse en focos de desgaste para su liderazgo.
Desde que Alberto Núñez Feijóo asumiera la presidencia del Partido Popular en 2022, su estrategia había girado en torno a proyectar una imagen de moderación y gestión, en contraste con el ruido y las polémicas que suelen rodear a la política nacional.
Sin embargo, los hechos recientes han socavado esa narrativa. Feijóo no solo no ha logrado consolidarse como una alternativa clara a Pedro Sánchez, sino que además ve cómo su partido empieza a deshilacharse por los costados mientras su mensaje se radicaliza (que es algo que le sucedió a su antecesor Pablo Casado). Las encuestas marcan un punto de inflexión.
El PP, que a principios de 2024 se acercaba a la mayoría absoluta sumando con Vox, ahora ve cómo la suma se aleja peligrosamente. Vox, liderado por Santiago Abascal, recupera terreno con un discurso más combativo. La imagen de unidad y liderazgo que Feijóo pretendía consolidar se diluye ante la fragmentación del mensaje y las tensiones internas.
MAZÓN
Uno de los casos más sangrantes es el de Carlos Mazón, presidente de la Generalitat Valenciana. Hace apenas un año, Mazón era presentado por Génova como el artífice de un ‘modelo valenciano’ de gestión que podía exportarse al resto de España. Hoy, según una encuesta de El País, más del 70% de los valencianos considera que debería abandonar la presidencia autonómica.
Su mandato ha estado marcado por su controvertida gestión y flagrantes mentiras sobre la dana. Mazón, lejos de contener el desgaste, parece haber acelerado la erosión del partido en una comunidad clave para los intereses electorales del PP. Su continuidad es ahora objeto de debate interno, y su nombre ya no figura entre los posibles relevos generacionales que podrían disputar el liderazgo a Feijóo en el futuro.
AYUSO
Isabel Díaz Ayuso sigue siendo un fenómeno político, pero cada vez más incómodo para la dirección nacional. Su estilo confrontativo, su retórica incendiaria y su enfrentamiento abierto con el Gobierno central la han mantenido en el foco mediático, pero también han agudizado la polarización en el seno del partido.

Si bien conserva un sólido apoyo en Madrid, su figura genera recelos fuera de la región y complica la estrategia de Feijóo, basada en atraer al votante moderado. Ayuso ha protagonizado varias polémicas recientes, incluida su defensa acérrima de su pareja, investigado por contratos irregulares durante la pandemia.
Aunque la presidenta madrileña no está imputada, el caso ha reavivado el debate sobre la transparencia y la ética en el PP, justo cuando el partido intentaba erigirse como adalid de la regeneración frente a los casos del PSOE. En Génova temen que la figura de Ayuso, lejos de sumar, pueda restar en un escenario nacional donde se necesitan pactos y una imagen más conciliadora.
ALMEIDA
Desde la caída de Casado, José Luis Martínez-Almeida había logrado mantenerse al margen de los focos negativos. Sin embargo, su reciente voto a favor de una propuesta de Vox para informar a las mujeres embarazadas sobre supuestos riesgos psicológicos del aborto ha abierto una grieta en su imagen de moderado.
La medida, que muchos han interpretado como un guiño a los sectores ultraconservadores, ha sido duramente criticada por asociaciones feministas y parte del electorado de centro. Este movimiento ha sorprendido incluso dentro del PP, donde algunos dirigentes temen que Almeida haya cruzado una línea roja que puede alejar a votantes clave.
Su decisión, ya ‘anulada’ por el propio alcalde, debilita el argumento de que el PP puede contener a Vox desde posiciones de centro-derecha, y da munición a quienes acusan al partido de mimetizarse con la ultraderecha para retener poder institucional.
MORENO
Quizá el revés más inesperado para Feijóo haya venido desde Andalucía. Juanma Moreno era hasta hace poco uno de los barones más valorados del PP. Pero el escándalo de las pruebas de detección del cáncer ha supuesto un duro golpe. La dimisión de la consejera de Salud, Rocío Hernández, no ha sido suficiente para aplacar la indignación ciudadana y las críticas de la oposición.
La gestión sanitaria andaluza ha quedado seriamente cuestionada. Las protestas en varias ciudades y las quejas de los colectivos médicos han colocado a Moreno en una posición delicada. Si bien sigue siendo una figura fuerte dentro del PP, su capital político se ha visto mermado, y su capacidad para ejercer como contrapeso a Feijóo desde el sur se reduce.
VOX
En este escenario de desgaste, Vox aprovecha para marcar perfil propio. Su crecimiento en las encuestas no se basa tanto en propuestas nuevas como en una eficaz estrategia de diferenciación respecto al PP.
Mientras los populares navegan entre crisis internas y decisiones contradictorias, Abascal refuerza su discurso radical. Feijóo se encuentra así atrapado entre dos fuegos: por un lado, la presión para frenar el auge de Vox; por otro, la necesidad de distanciarse de sus socios más radicales para no espantar al votante moderado.