Castilla y León es una tierra que guarda en cada rincón una historia que se mezcla con la tradición, la fe y la belleza arquitectónica. Entre sus pueblos más encantadores hay uno que, cuando llega diciembre, parece salirse de un cuento. Allí, la Navidad no se vive solo como una festividad, sino como una experiencia mágica que envuelve a vecinos y visitantes por igual. Calles empedradas, aromas de castañas asadas, luces que iluminan fachadas centenarias y villancicos que resuenan entre los muros de piedra crean una atmósfera que difícilmente se olvida.
A poco más de media hora de Burgos y cerca de Valladolid, esta villa se transforma en un escenario navideño único, donde el espíritu de las fiestas se respira en cada esquina. Quien la visita por estas fechas descubre que Castilla y León no solo conserva sus tradiciones, sino que las eleva a una forma de arte. Desde su célebre Belén Monumental hasta los conciertos de la Rondalla y la mágica representación de los Ángeles de los Elementos, el pueblo de Lerma se convierte en un ejemplo perfecto de cómo la devoción y la cultura pueden convivir en armonía.
3Ángeles, melodías y una Navidad diferente en Castilla y León

Pero si hay algo que distingue verdaderamente a Lerma de otros destinos navideños de Castilla y León, es su representación de la Navidad con los Ángeles de los Elementos, una celebración que tiene lugar en el antiguo Monasterio de las Carmelitas Descalzas. Allí, los visitantes son testigos de un recorrido teatralizado donde los ángeles cobran vida en cuatro escenas que simbolizan la protección y el cuidado durante estas fechas. Cada espacio del monasterio se transforma; el estanque de los ángeles, la casa de los querubines y el moral centenario se llenan de luces, decoraciones y música celestial.
Además, los asistentes pueden participar en talleres de velas elaboradas con cera de abejas o descubrir cómo los ángeles ayudan en las labores monacales, desde la carpintería hasta la cocina. Los niños, por su parte, disfrutan de una divertida gimcana en busca de los querubines escondidos, con una taza de chocolate como recompensa. Todo esto convierte a Lerma en un punto de encuentro mágico donde la Navidad se vive con emoción, ternura y una fuerte identidad cultural. En definitiva, Castilla y León demuestra aquí que, más que celebrarse, la Navidad se siente y se recuerda para siempre.