“Llevarte el móvil al baño es como lamer el váter”: el microbiólogo Ferrer explica por qué es tan peligroso

El gesto más común que haces cada día podría estar poniendo en jaque tu salud. Descubre por qué los expertos lanzan una advertencia tan contundente sobre tu smartphone.

Ese gesto tan cotidiano de llevarte el móvil al baño, casi un acto reflejo para muchos, esconde un peligro que la mayoría ignoramos por completo. Creemos que es un momento inofensivo para ponernos al día con las redes o responder un par de mensajes, pero la ciencia revela que esta costumbre nos expone a una contaminación masiva que convierte nuestro teléfono en un foco de infecciones. ¿Somos realmente conscientes de lo que llevamos en el bolsillo?

La cruda realidad es que ese inofensivo pasatiempo transforma tu inseparable dispositivo en un riesgo sanitario de primer orden. La advertencia de los microbiólogos es tan gráfica como alarmante, ya que el ambiente del aseo crea las condiciones perfectas para que los gérmenes campen a sus anchas por la superficie de tu terminal. Sigue leyendo y descubre por qué esa pequeña manía puede tener consecuencias que jamás habrías imaginado para tu bienestar.

¿UN CAMPO DE MINAS INVISIBLE EN TU MANO?

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Puede que pienses que la pantalla de tu móvil está relativamente limpia, pero te equivocas de lleno en esa apreciación. Diversos estudios han demostrado que un smartphone promedio puede albergar hasta diez veces más bacterias que la tapa de un inodoro, una comparación que ya de por sí debería hacernos reflexionar sobre lo que acercamos a nuestra cara varias veces al día. Este aparato se ha convertido, sin que nos demos cuenta, en una autopista para los gérmenes.

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El problema no es solo la cantidad, sino las condiciones que ofrece el propio teléfono para que estos microorganismos prosperen. El calor que emite la batería al funcionar crea un ambiente templado y acogedor, y las pequeñas grietas y la propia carcasa ofrecen un refugio perfecto para que las bacterias se multipliquen a gran velocidad. Estamos, literalmente, creando un caldo de cultivo ideal para patógenos en un objeto que nos acompaña a todas partes.

EL VIAJE DE LOS GÉRMENES: DE LA TAZA A TU OREJA

Cada vez que tiramos de la cadena, se produce un fenómeno que los expertos denominan «efecto aerosol». Una fina nube de partículas de agua, cargadas con todo lo que hay en el váter, se pulveriza por todo el cuarto de baño, alcanzando el lavabo, las toallas y, por supuesto, el móvil que has dejado sobre cualquier superficie. Es una lluvia invisible de microbios que aterriza directamente sobre tu dispositivo.

A partir de ahí, la cadena de contagio es insultantemente sencilla y tremendamente efectiva para los gérmenes. Coges el móvil con las manos, te lo llevas a la oreja para hablar, lo tocas antes de comer… Y cada uno de esos gestos transfiere las colonias de bacterias a tus manos, tu rostro y tu boca, dándoles acceso directo a tu organismo. Ese aparato se convierte así en un caballo de Troya que transporta al enemigo hasta tus propias defensas.

LAS ENFERMEDADES QUE ACECHAN EN LA PALMA DE TU MANO

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La fauna microbiana que podemos encontrar en un móvil que nos acompaña al baño es variada y bastante desagradable. Entre los «okupas» más habituales se encuentran bacterias fecales como la Escherichia coli, que puede provocar desde diarreas hasta infecciones urinarias de gravedad, y la Salmonella, responsable de intoxicaciones alimentarias muy serias. Estos no son microbios inofensivos; son patógenos con potencial para causarnos problemas de salud reales.

Pero la amenaza no termina en el mundo de las bacterias, ni mucho menos. Los virus también encuentran en nuestro móvil un vehículo de transmisión excepcional, especialmente los que causan problemas gastrointestinales. Patógenos como el norovirus o el rotavirus, muy contagiosos, pueden sobrevivir durante horas o incluso días en la superficie de un smartphone, esperando el momento perfecto para saltar a un nuevo huésped y provocar un cuadro de vómitos y malestar.

¿Y SI LO LIMPIO? LA FALSA SENSACIÓN DE SEGURIDAD

Muchos pensarán que la solución es tan simple como limpiar el móvil de vez en cuando, pero la realidad es mucho más compleja. Pasar un paño seco o incluso uno ligeramente humedecido no es suficiente para eliminar a estos polizones microscópicos, ya que la mayoría de métodos de limpieza caseros no logran una desinfección real y efectiva contra los patógenos más resistentes que se han adherido a las superficies del terminal.

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Además, existe otro problema añadido que complica la higienización de nuestro teléfono. El uso de productos desinfectantes potentes, como los que contienen alcohol o lejía, puede ser efectivo contra los gérmenes, pero a menudo daña las capas protectoras de la pantalla y los materiales de la carcasa del dispositivo, deteriorando el aparato a largo plazo. Nos encontramos, por tanto, en una encrucijada donde proteger nuestra salud puede implicar estropear nuestro valioso móvil.

MÁS ALLÁ DE LAS BACTERIAS: EL PRECIO OCULTO DE ESOS «CINCO MINUTOS»

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Pero el riesgo de llevarnos el móvil al baño no se limita únicamente a la microbiología. El hecho de pasar más tiempo del estrictamente necesario sentados en el inodoro, absortos en la pantalla, tiene consecuencias físicas directas. Los especialistas advierten que esta postura prolongada aumenta la presión sobre las venas de la zona rectal, lo que dispara las probabilidades de desarrollar molestas y dolorosas hemorroides, una dolencia cada vez más común.

Quizás el efecto más sutil, pero no por ello menos importante, es el que tiene en nuestra propia mente. Ese tiempo en el baño, que antes podía ser un breve momento de desconexión o de simple tránsito, se ha convertido en una extensión de nuestra vida digital. Al llevarte el móvil, renuncias a un pequeño instante de pausa mental y desconexión del bombardeo constante de información, fomentando una dependencia tecnológica que nos impide estar presentes incluso en los actos más mundanos de nuestro día a día.

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