La izquierda transformadora española ha cometido, una vez más, el mismo error histórico: despreciar la importancia de la comunicación. Así lo denuncia José Manuel Martín Medem, periodista veterano, exconsejero de RTVE y figura vinculada al PCE e Izquierda Unida, en su nuevo libro ‘Cincuenta años contra RTVE’.
En esta obra no sólo documenta el control político sistemático de la radiotelevisión pública desde la Transición, sino que lanza una crítica implacable contra quienes, desde el espacio político de Sumar, IU o el PCE, no han sabido, o querido, construir una política mediática efectiva. Su señalamiento principal: la falta de proyecto, estrategia y compromiso con un modelo de comunicación pública plural y emancipador.
Medem denuncia que, a día de hoy, el PSOE y Podemos han sabido jugar mejor sus cartas en el reparto de poder dentro de RTVE, mientras que Sumar, IU y el PCE han quedado como convidados de piedra.
Especialmente dura es su acusación contra Yolanda Díaz, a quien señala por no haber ejercido ni una mínima resistencia frente al control casi absoluto que Pedro Sánchez ha consolidado en RTVE a través del llamado «decretazo» de octubre de 2024.
HISTORIA COMUNISTA
El PCE durante la Transición, entonces liderado por Santiago Carrillo, mostró una miopía mediática profunda. A pesar del éxito propagandístico de Radio Pirenaica durante el franquismo, el partido no supo adaptarse a la nueva realidad comunicativa.
El diario Mundo Obrero fracasó en su intento de convertirse en una publicación de referencia diaria y la revista La Calle terminó naufragando en escaso periodo de tiempo. Esa incapacidad de traducir militancia política en influencia mediática ha sido una constante histórica que, según Medem, sigue vigente.
Resulta evidente que la actual vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, no solo carece de un plan mediático propio, sino que ha preferido aliarse con sectores de Atresmedia y del grupo Prisa, en lugar de confrontar la hegemonía informativa construida por la socialdemocracia y el establishment supuestamente progresista.
La estrategia de Díaz ha sido más la del compadreo con los enemigos mediáticos de Pablo Iglesias que la construcción de un relato alternativo. El contraste con Iglesias es, en este sentido, evidente.
El fundador de Podemos supo utilizar los resquicios del sistema mediático para introducir un discurso disruptivo, tal y como hizo Julio Anguita en los años 90 en prensa antifelipista. Iglesias se hizo un hueco primero en Intereconomía TV, en un hábil juego de contrapesos ideológicos, y más tarde irrumpió con fuerza en La Sexta, donde su presencia era habitual en tertulias y debates.
Sin embargo, tras declarar la guerra mediática a figuras como Antonio García Ferreras, a quien acusa de connivencia con los aparatos del Estado en la guerra sucia contra Podemos, Iglesias ha terminado por replegarse en una estructura propia: Canal Red, Diario Red y colaboraciones puntuales en medios públicos como RTVE o en televisiones autonómicas catalanas y vascas.

Esa construcción de una red alternativa, aunque aún incipiente y de impacto limitado, representa al menos un loable intento de disputar el relato mediático desde la izquierda. En cambio, Sumar, a juicio de Medem, ha renunciado incluso a eso. Más preocupada por mantener su posición en el Gobierno y las buenas relaciones con Moncloa, ha cedido el terreno comunicativo sin presentar resistencia.
ANÉCDOTAS
Un episodio que ejemplifica esta rendición es el rechazo por parte de Yolanda Díaz y su entorno a respaldar a Medem cuando este fue propuesto como consejero de RTVE a iniciativa de Pablo Iglesias. A pesar de su designación, se encontró completamente solo dentro del ente.
Según desvela, incluso el Partido Popular le ofreció la presidencia de RTVE en marzo de 2024. Con su voto, el de los populares y el de Elena Sánchez, podían conseguir mayoría. Medem rechazó el ofrecimiento, pero la anécdota refleja el vacío político en el que operaba: «Sumar, como antes Unidas Podemos, me había dejado solo en RTVE», afirma en el libro.
Esta dejación de funciones ha tenido consecuencias graves. El «decretazo» de octubre de 2024, que otorgó poderes ejecutivos casi absolutos al presidente de RTVE, José Pablo López, eliminó cualquier capacidad efectiva de supervisión por parte del Consejo de Administración.
Para Medem, esta reforma ha abierto la puerta a un modelo híbrido de privatización interna, en el que el núcleo duro de los informativos se mantiene formalmente público, pero donde una red creciente de programas de infoentretenimiento, producidos externamente, actúa como vehículo de propaganda gubernamental.
El resultado es una RTVE atrapada entre dos fuegos: una derecha deseosa de imponer su propia censura ideológica, y una izquierda institucionalizada que ha renunciado a democratizar el ente. Lejos de representar una pluralidad informativa, la cadena pública se ha convertido, según Medem, en una herramienta de legitimación del poder, utilizada especialmente por el PSOE.