Jorge Martínez (52), ingeniero de motores: «Los híbridos enchufables son un timo. Consumen más que un diésel en carretera y las marcas manipulan los datos»

La verdad oculta que se esconde detrás de la etiqueta CERO de la DGT. Por qué el consumo de combustible se dispara en carretera de forma inesperada.

Los híbridos enchufables llegaron al mercado como la solución definitiva, la cuadratura del círculo automovilístico que prometía lo mejor de dos mundos. Imagina la escena: te mueves por la ciudad en silencio, sin emitir un solo gramo de CO₂, y afrontas largos viajes por carretera sin la angustia de buscar un enchufe. Pero, ¿y si esa promesa tuviera una cara B que nadie te ha contado? ¿Qué pasaría si la realidad fuera mucho más compleja y, para muchos conductores, decepcionante?

La polémica lleva tiempo servida en voz baja, pero ahora un experto se atreve a ponerle altavoz. Jorge Martínez, un ingeniero de motores con más de dos décadas de experiencia en la industria, lanza una afirmación que resuena como un trueno en un día soleado: son un timo. Lo que destapa no solo apunta a un consumo real muy alejado del prometido, sino que los datos de homologación de estos coches electrificados podrían estar deliberadamente manipulados para beneficiar a las marcas, dibujando un panorama que merece ser analizado con lupa.

EL GRAN ESPEJISMO ECOLÓGICO

Bajo la promesa de una conducción limpia se esconde una realidad con muchos matices que afecta directamente a tu bolsillo y al medio ambiente.
Bajo la promesa de una conducción limpia se esconde una realidad con muchos matices que afecta directamente a tu bolsillo y al medio ambiente. Fuente Freepik.

La teoría es impecable y seductora, casi poética. Tienes un coche con etiqueta CERO que te permite acceder al centro de las ciudades sin restricciones, con todas las ventajas fiscales y de aparcamiento. Para tus trayectos diarios, usas la batería; para las escapadas de fin de semana, tienes un motor de gasolina. Sin embargo, la realidad de uso es muy distinta, ya que la eficacia de estos vehículos con etiqueta CERO depende exclusivamente de la disciplina de enchufarlos a diario, un hábito que una gran mayoría de propietarios no cumple rigurosamente.

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El problema de fondo surge cuando esa disciplina falla. ¿Qué ocurre cuando no cargas la batería? Te encuentras conduciendo un coche de gasolina convencional, pero con una peculiaridad terrible: arrastra un lastre de entre 200 y 400 kilos extra correspondientes a todo el sistema eléctrico. Este sobrepeso convierte la supuesta eficiencia en un espejismo, pues un coche PHEV sin carga se transforma en un vehículo mucho menos eficiente que su equivalente de gasolina, disparando el consumo de combustible de una forma que nunca hubieras imaginado al comprarlo.

¿POR QUÉ MI COCHE ‘CERO EMISIONES’ CONTAMINA TANTO?

Aquí es donde entra en juego la magia de la homologación, el famoso ciclo WLTP. Este protocolo de pruebas se realiza en condiciones de laboratorio absolutamente ideales, partiendo siempre con la batería cargada al cien por cien. Esto permite a los fabricantes anunciar cifras de consumo de uno o dos litros a los cien kilómetros, un dato espectacular pero ficticio. Lo que pocos saben es que estos ciclos de prueba están diseñados para maximizar el uso eléctrico y minimizar el del motor de combustión, ofreciendo una imagen distorsionada de la eficiencia real del vehículo.

Cuando sales de ese laboratorio y te enfrentas al mundo real, la historia cambia radicalmente. En el momento en que la pequeña batería de estos híbridos se agota, generalmente tras 40 o 50 kilómetros, el motor de combustión no solo tiene que mover el coche, sino también cargar con el peso muerto del sistema eléctrico. Es en ese instante cuando la eficiencia se desploma y el consumo real en carretera de un híbrido enchufable puede superar fácilmente al de un coche diésel moderno, desmontando por completo el principal argumento de venta de esta tecnología.

LA TRAMPA DE LA BATERÍA: PESO, PRECIO Y MUCHO SILENCIO

El componente que define a estos vehículos es, paradójicamente, uno de sus mayores inconvenientes cuando se analiza el panorama completo.
El componente que define a estos vehículos es, paradójicamente, uno de sus mayores inconvenientes cuando se analiza el panorama completo. Fuente Freepik.

El peso es el enemigo número uno de la eficiencia en un vehículo, y los híbridos enchufables son campeones en este apartado. Ese lastre adicional no solo afecta al consumo de combustible, sino que también tiene consecuencias directas en otros aspectos de la conducción que a menudo se pasan por alto. Un coche más pesado necesita más energía para moverse, frena peor y el desgaste de componentes como los neumáticos y las suspensiones se acelera notablemente, lo que acaba traduciéndose en un mayor coste de mantenimiento a medio y largo plazo para el propietario.

Pero el sobrepeso no es el único inconveniente. La complejidad tecnológica de estos coches PHEV también se paga, y muy cara. La diferencia de precio respecto a un modelo equivalente de gasolina o diésel puede ser de miles de euros. Muchos compradores justifican esa inversión pensando en el ahorro en combustible, pero las cuentas no siempre salen. Si no se maximiza el uso eléctrico, la amortización del sobrecoste inicial se vuelve una misión casi imposible para el conductor medio, que se encuentra atrapado con un coche caro y que, además, consume mucho. La promesa de ahorro de los híbridos se desvanece.

¿QUIÉN SE BENEFICIA REALMENTE DE ESTA TECNOLOGÍA?

La respuesta es más sencilla de lo que parece: los fabricantes. Las normativas europeas imponen a las marcas automovilísticas unos límites de emisiones medias muy estrictos para toda su flota de vehículos. Superar esos límites implica multas multimillonarias. Gracias a las cifras de emisiones artificialmente bajas que obtienen en la homologación, cada híbrido enchufable vendido compensa las altas emisiones de otros modelos más grandes y rentables, permitiendo a las marcas evitar sanciones sin realizar cambios verdaderamente estructurales en su producción. Son, en esencia, un truco contable.

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Los gobiernos también han jugado un papel fundamental en este auge, promoviendo su compra a través de generosas ayudas y ventajas fiscales. Sin embargo, esta estrategia está empezando a mostrar sus fisuras. Algunos países europeos, tras analizar el uso real y las emisiones de estos automóviles, ya han comenzado a retirar los subsidios. Esta tendencia evidencia que las administraciones se están dando cuenta de que han estado incentivando una tecnología que no cumple sus promesas medioambientales, un parche que no soluciona el problema de fondo. La era dorada de las ayudas para los híbridos parece llegar a su fin.

LA VENGANZA DEL DIÉSEL Y EL CAMINO POR DELANTE

En medio de la fiebre por la electrificación, un viejo conocido reclama su lugar con argumentos de peso que parecían olvidados.
En medio de la fiebre por la electrificación, un viejo conocido reclama su lugar con argumentos de peso que parecían olvidados. Fuente Freepik.

La demonización del diésel ha sido una constante en los últimos años, pero Jorge Martínez pone sobre la mesa un dato demoledor que invita a la reflexión. Si tu rutina incluye viajes largos y frecuentes por autopista, el escenario más desfavorable para un PHEV, la elección parece clara. De hecho, y contra todo pronóstico, un motor diésel de última generación es significativamente más eficiente y menos contaminante en un viaje largo que muchos híbridos enchufables con la batería descargada, que se ven obligados a arrastrar su pesada e inútil tecnología eléctrica.

Quizás la verdadera transición energética no consiste en abrazar una única tecnología como la panacea universal, sino en entender las necesidades reales de cada conductor. Los híbridos pueden ser una herramienta útil para un nicho muy concreto de usuarios, pero se han vendido como la solución para todos, y ahí radica el engaño. El futuro del automóvil es un puzle complejo donde tal vez la respuesta no sea única, sino que la clave está en elegir la motorización que mejor se adapte a nuestro estilo de vida real, y no a las promesas de un folleto publicitario. La era de los híbridos como solución mágica ha terminado.

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