El pueblo de Extremadura con una muralla única en España que en otoño se viste de oro

Conoce este mágico rincón de Extremadura que además de ser una joya durante todo el año, en otoño se transforma y se viste de colores hermosos que querrás capturar.

Extremadura guarda en el corazón de Cáceres una joya poco conocida, pero imposible de olvidar para quien la visita. Se trata de Galisteo, una villa medieval rodeada por una muralla única en toda España, construida con cantos rodados del río Jerte y argamasa. Su origen se remonta al siglo XIII, en tiempos del dominio almohade, y a pesar de los siglos, se conserva casi intacta, abrazando al pueblo como si el tiempo no hubiera pasado. En otoño, este rincón de Extremadura se transforma; los caminos que rodean sus muros se tiñen de tonos dorados, ocres y rojizos, creando una estampa de cuento que deslumbra tanto a senderistas como a peregrinos que recorren la Vía de la Plata.

Desde el ayuntamiento lo describen como “el mayor tesoro” del municipio, y no es exageración. Galisteo es uno de esos pueblos que parecen detenidos en la historia, donde cada piedra tiene algo que contar. Su muralla no solo protege casas y calles, sino también la esencia de una región que ha sabido mantener su identidad a lo largo de los siglos. Extremadura, siempre fiel a su pasado, encuentra en este pequeño enclave un reflejo de su grandeza cultural, su legado árabe y su amor por la tradición.

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Una muralla única en toda España

“La puerta de Santa María”. Fuente: Wikipedia

Lo más llamativo de Galisteo es, sin duda, su muralla. A diferencia de otras fortificaciones de España, la de este pueblo de Extremadura fue levantada con piedras redondeadas extraídas del cauce del río Jerte. Este detalle la convierte en una obra única de ingeniería y arte popular, que se extiende a lo largo de 1.200 metros con alturas que varían entre tres y doce metros. Sus tres puertas, la del Rey, la de la Villa y la de Santa María, son los puntos de acceso a un pasado que se respira en cada rincón.

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El muro, que encierra casi todo el casco urbano, no solo sirvió como defensa, sino como símbolo de identidad. Dentro de él, se esconden edificios históricos, calles empedradas y pequeñas casas encaladas que conservan la serenidad de otro tiempo. Entre sus tesoros destaca el monumento del Pericutín, una reliquia medieval que fue, en su día, un patíbulo público. A su lado, la Torre Picota se alza como testigo de los siglos, coronada por una pirámide de base octogonal que perteneció al antiguo castillo cristiano del siglo XIV. Todo en este enclave respira historia, y cada piedra parece contar los secretos de una Extremadura que nunca deja de sorprender.

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