La DGT pone bajo sospecha al conductor corriente. Una simple pastilla para combatir el resfriado o controlar una alergia puede ser el detonante de una sanción máxima, aunque esté prescrita por tu médico de confianza. El conductor español atraviesa una etapa de inquietud tras cada nueva campaña, y es que la Dirección General de Tráfico recalca que sancionará con 1.000 euros y restará seis puntos del carnet a quienes den positivo, incluso por medicamentos comunes. El desconcierto llega cuando se cruza la frontera entre el tratamiento cotidiano y la seguridad vial, y nadie está exento de revisar de inmediato el prospecto de su medicación antes de coger el coche.
Los controles de carretera se han convertido en una auténtica pesadilla. La vigilancia de la Guardia Civil, cada vez más frecuente y exhaustiva, no solo persigue el consumo de sustancias ilegales. Ahora, los medicamentos cotidianos, como antihistamínicos, relajantes musculares o incluso simples jarabes antitusivos, pueden hacer saltar las alarmas en un narcotest, llevando al conductor a una situación límite. Asusta imaginar la facilidad con la que un accidente trivial podría acabar en sanción ejemplar si, tras dar positivo en la prueba, el agente detecta un solo síntoma de alteración en la capacidad para conducir.
1NUEVAS NORMAS DE LA DGT Y MEDICAMENTOS: LO QUE NO TE HAN CONTADO
El endurecimiento normativo de 2025 no deja resquicio a la improvisación. El carnet de miles de conductores pende de un hilo, pues la DGT ha declarado la guerra a cualquier sustancia que altere mínimos reflejos, incluso si se encuentra en preparados legales y de venta libre. El nuevo Reglamento General introduce controles aleatorios y sanciones automáticas, reforzando su mensaje de tolerancia cero ante cualquier justificación. Esta firmeza se extiende a la negativa de renovar el carnet a quienes consuman ciertos medicamentos, siendo ya frecuente que personas en tratamiento con ansiolíticos, opiáceos o antidepresivos enfrenten procesos de revisión médica y limitación de derechos como conductores.
Muchos usuarios, confiados en la cobertura de una receta, ignoran que la normativa castiga el potencial riesgo, no el acto médico. La principal recomendación de la DGT es clara: antes de tomar cualquier medicación, hay que consultar explícitamente al profesional si afecta los reflejos, porque el simple desconocimiento ya no es excusa y puede arruinar la vida y el bolsillo del más precavido conductor.







