ARÁCNE, el escudo antidrón de Indra y EM&E: el centinela para blindar España

La integración es una de las mayores fortalezas de ARÁCNE. Es capaz de operar de manera autónoma o, lo que es más importante, como una capa adicional que se integra en el sistema de defensa aérea nacional

La defensa de los cielos en España ya no es un espacio exclusivo para los aviones de combate. La proliferación de drones, convertidos en la munición de bajo coste y alta letalidad de la guerra híbrida, ha forzado a los ejércitos occidentales a repensar su defensa. La respuesta de España es ARÁCNE, un sofisticado y ambicioso sistema de Contramedidas contra Sistemas Aéreos No Tripulados (C-UAS), cuyo desarrollo y despliegue por parte de Indra y sus socios, como EM&E Group, quiere marcar un antes y un después en la seguridad nacional.

ARÁCNE no es una solución aislada, sino una arquitectura de defensa integral. Adquirido por el Ministerio de Defensa, este sistema se erige como el escudo definitivo de las Fuerzas Armadas españolas, con la misión de detectar, identificar y neutralizar cualquier amenaza aérea no autorizada, ya sea que sobrevuele una base militar crítica o intente espiar una cumbre de Estado.

SUPERANDO LA CEGUERA DEL RADAR

El desafío de la defensa antidrón reside en la dificultad de detectar objetos pequeños, lentos y volando a baja altitud, a menudo indetectables para los radares de defensa aérea convencionales. ARÁCNE resuelve este problema con una estrategia multisensor que combina lo mejor de la tecnología activa y pasiva:

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En primer lugar, los radares—incluyendo el avanzado Nemus de Indra, optimizado para objetivos pequeños— rastrean el espacio aéreo en busca de firmas físicas. De forma complementaria, los equipos de radiofrecuencia se dedican a interceptar y triangular las señales de control que emiten los drones, ofreciendo una detección pasiva crucial. Finalmente, los sistemas electro-ópticos (como los Oteos), actúan como ojos de alta resolución para la identificación visual y el seguimiento preciso.

Toda esta información se fusiona en un Centro de Mando y Control con capacidad de inteligencia artificial. Es el cerebro del sistema: procesa los datos, clasifica si el objetivo es un ave, un dron comercial o un loitering munition militar, y en milisegundos, propone al operador la contramedida más eficaz. Esta capacidad de fusión de datos no solo minimiza las falsas alarmas, sino que asegura una reacción proporcionada al nivel de la amenaza.

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España blinda su espacio aéreo con 14 sistemas antidrón C-UAS Aracne: Un escudo de última generación contra amenazas no tripuladas (Fuente: Indra)

DE LA GUERRA ELECTRÓNICA AL ABATIMIENTO FÍSICO

La versatilidad de ARÁCNE reside en su «caja de herramientas» de neutralización, que permite aplicar la fuerza de forma flexible:

Para el control suave, el sistema emplea la guerra electrónica (soft-kill). Potentes inhibidores saturan las frecuencias de comunicación y navegación, forzando al dron a caer o a regresar a su punto de partida. En una escalada más sofisticada, utiliza técnicas de GPS spoofing, engañando al dron con señales falsas para desorientarlo y provocar su aterrizaje.

Cuando la amenaza es crítica o la neutralización electrónica resulta ineficaz (por ejemplo, ante drones que navegan de forma autónoma), el sistema puede escalar al abatimiento físico (hard-kill). Aquí entran en juego estaciones remotas armadas, como la Guardian 2.0 de EM&E Group, capaces de derribar el objetivo. Esta opción, si bien más propia de zonas de conflicto militar, garantiza una respuesta contundente ante un ataque inminente. La capacidad de neutralizar no solo objetivos individuales, sino también «enjambres» de drones coordinados, sitúa a ARÁCNE en la élite de los sistemas de defensa.

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EM&E Group y sus capacidades antidrón (Fuente: Agencias)

ALIADO ESTRATÉGICO

La integración es una de las mayores fortalezas de ARÁCNE. Es capaz de operar de manera autónoma o, lo que es más importante, como una capa adicional que se integra en el sistema de defensa aérea nacional, proporcionando a los radares de largo alcance una «vista de corto alcance» esencial contra la amenaza a baja cota. Su diseño también lo hace apto para entornos civiles sensibles, como aeropuertos, donde puede modular sus contramedidas para no interferir con el vital tráfico aéreo y las comunicaciones.

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Sin embargo, como toda tecnología en esta frenética carrera armamentística, ARÁCNE enfrenta desafíos inherentes al campo C-UAS. La guerra tecnológica constante impone la necesidad de una actualización permanente. Los fabricantes de drones y los actores hostiles siempre buscan frecuencias no estándar o diseños resistentes a la inhibición. Además, el despliegue en zonas urbanas obliga a un escrupuloso control, ya que la potencia de los inhibidores puede generar riesgos de interferencia con las comunicaciones civiles o, en el peor de los casos, provocar que un dron hostil caiga en un área poblada. Finalmente, el alto coste de adquisición y mantenimiento de este tipo de sistemas, altamente complejos y multisensoriales, requiere una inversión sostenida por parte del Ministerio de Defensa.

FORMAS DE DESPLIEGUES

El objetivo del Ministerio de Defensa al adquirir ARÁCNE es claro: garantizar la superioridad defensiva en todos los dominios. Los sistemas serán distribuidos a lo largo de las Fuerzas Armadas, con un foco en el Ejército del Aire y del Espacio (a través de unidades especializadas como el EADA) y el Ejército de Tierra (para la protección de maniobras y despliegues en el exterior).

El plan contempla una doble modalidad de despliegue:

  1. Protección Fija: Blindando instalaciones militares permanentes y cuarteles generales en el territorio nacional.
  2. Protección Móvil: Sistemas modulares, transportables en vehículos, que acompañarán a las unidades en movimiento o se instalarán rápidamente para crear escudos temporales en zonas de operaciones internacionales, protegiendo a las tropas y el material en el frente.

ARÁCNE, en definitiva, es la materialización de la inversión estratégica de España en seguridad y defensa. Es el centinela invisible que vigilará los cielos españoles, garantizando que el zumbido del dron no se convierta en una catástrofe para las infraestructuras críticas ni para los efectivos desplegados en primera línea.

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