Las movilizaciones propalestinas en Madrid pillan en fuera de juego a sus instituciones

Parte del pueblo de Madrid se ha contagiado del dolor palestino y en octubre se ha sumado a la ola de grandes urbes que han mostrado su hartazgo por el genocidio perpetrado desde hace dos años por Israel contra el, durante décadas, invadido pueblo de Palestina bajo el argumento de los atentados perpetrados por Hamás el 7 de octubre de 2023.

Dos años después del inicio de la ofensiva israelí sobre Gaza, la capital fue escenario de un octubre de movilizaciones continuas que tuvo dos grandes hitos: la manifestación masiva del 4 de octubre y la huelga general del 15, ambas con un mensaje unánime: alto al genocidio y ruptura de relaciones con Israel.

La víspera, el 3 de octubre, centenares de personas recorrieron las calles de Lavapiés en una marcha nocturna en apoyo a Gaza, lo cual fue un preludio simbólico de las grandes convocatorias que estaban por venir.

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LA GRAN MARCHA

A primera hora de la tarde del 4 de octubre, las inmediaciones de Atocha se llenaron de banderas palestinas y pancartas hechas a mano. Desde allí, una multitud avanzó por el Paseo del Prado, Cibeles, Alcalá y Gran Vía, hasta desembocar en Callao, en una de las manifestaciones más grandes por Palestina celebradas en el Estado español.

La Delegación del Gobierno habló de 100.000 asistentes; los organizadores, sin demasiado convencimiento, de 400.000. Las cifras variaban, pero la imagen era incontestable: una marea humana reclamando el embargo total de armas y la ruptura con Israel. Bajo el lema «Paremos el genocidio en Palestina», marcharon juntas decenas de plataformas (RESCOP, la Asociación Hispano-Palestina Jerusalén, la campaña Embargo de Armas Ya, sindicatos, asociaciones feministas y estudiantiles).

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Manifestación del 15 de octubre. Foto: Pedro Pérez Bozal.

Las formaciones de izquierda institucional, a excepción del PSOE, participaron en la manifestación y a la derecha, ni estaba ni se la esperaba tras dos años de tenebroso silencio. El ambiente mezclaba indignación y ternura: familias con niñas, personas mayores y jóvenes coreando lemas como «No es una guerra, es un genocidio».

No hubo apenas incidentes, sí una certeza compartida: la ciudanía madrileña ha vuelto a marcar el paso frente al silencio de sus instituciones.

15O

Once días después, el 15 de octubre, la consigna volvió a resonar. La huelga general por Palestina, convocada por CGT, Solidaridad Obrera, Intersindical, ASC, Comisiones de Base y el Sindicato de Estudiantes, logró condicionar a sectores de educación, sanidad y servicios. Y no era fácil porque el proceso de paz se había iniciado y los sindicatos mayoritarios CCOO y UGT solo la apoyaron parcialmente.

La tarde estuvo a la altura, pero lo más radiante de la jornada se vivió por la mañana por la marcha estudiantil de miles de adolescentes que recorrió Atocha hasta el Ministerio de Asuntos Exteriores, bajo un sol de otoño radiante.

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Fue un ejemplo de que no todo lo que viene es de Vox al ver a jóvenes con kufiyas, tambores, pancartas pintadas a rotulador y un grito que atravesaba generaciones. Por la tarde, la movilización continuó con la gran manifestación sindical, nuevamente desde Atocha hasta Callao. 11.000 asistentes según la Delegación, 70.000 según los convocantes.

Las calles volvieron a llenarse de consignas contra Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida y de pancartas exigiendo la detención de Netanyahu y el fin del comercio de armas. Más deslucida fue la marcha convocada el domingo 19 de octubre por el entorno de Recortes Cero, la plataforma Parar la Guerra con el respaldo explícito de 130 personas de la cultura y el implícito del PSOE, que está orgulloso que el Gobierno de España haya ejercido como faro contra Israel pero avergonzado porque el Ejecutivo ha mantenido sus relaciones comerciales con Benjamín Netanyahu.

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