Sergio Lledó (45), fisioterapeuta revela el mayor error para el dolor de espalda y el sencillo ejercicio que alivia en minutos.

Un ejercicio de movilización suave como el "gato-camello" alivia el malestar en minutos al lubricar las vértebras y relajar la tensión. La constancia en el ejercicio y la adopción de pequeños hábitos diarios, como una buena hidratación y corregir la postura, son claves para una solución a largo plazo

El dolor de espalda es una de esas realidades incómodas que casi todos hemos sufrido alguna vez, una sombra que nos persigue en el día a día. Pero, ¿y si te dijera que el mayor obstáculo para aliviarlo no es la lesión en sí, sino un error que cometes pensando que haces lo correcto? El fisioterapeuta Sergio Lledó (45) lo tiene claro, y es que según su experiencia de más de dos décadas, la verdadera solución se esconde en un gesto que contradice todo lo que creíamos saber sobre cómo tratar esta dolencia.

La frustración de sentir esas molestias lumbares puede llevar a buscar soluciones rápidas que, sin saberlo, solo empeoran el problema. Sergio Lledó insiste en que la clave no está en complejos tratamientos, sino en comprender nuestro cuerpo. De hecho, existe un movimiento tan sencillo que parece casi mágico, un ejercicio que puedes hacer ahora mismo en casa y que te proporcionará un alivio casi instantáneo en cuestión de minutos, desmontando el mito más extendido sobre cómo afrontar el malestar en la espalda.

EL GRAN MALENTENDIDO QUE EMPEORA TU ESPALDA

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Creemos que ante el primer pinchazo lo mejor es quedarnos quietos, inmóviles en el sofá o en la cama, esperando a que el malestar desaparezca por sí solo. Sin embargo, Sergio Lledó advierte que este es precisamente el mayor error. Lejos de ayudar, la inmovilidad prolongada debilita la musculatura, aumenta la rigidez de las articulaciones y ralentiza la recuperación, creando un círculo vicioso del que es muy difícil salir y que puede cronificar un problema agudo.

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El miedo al movimiento es el peor consejero cuando sufrimos de la espalda. Esa aprensión a movernos con naturalidad provoca que adoptemos posturas forzadas y antiálgicas que solo generan más tensión en otras zonas del cuerpo. Según Lledó, evitar cualquier tipo de actividad física moderada es contraproducente para las molestias de espalda, ya que los tejidos necesitan estímulos suaves para regenerarse y mantenerse flexibles, algo que el reposo absoluto simplemente no puede ofrecer.

¿POR QUÉ EL MOVIMIENTO ES TU MEJOR ALIADO?

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Entender cómo funciona nuestra columna es el primer paso para librarnos para siempre del dolor de espalda y recuperar nuestra calidad de vida. Fuente: Freepik

Puede sonar contradictorio, pero la solución a un problema que nos paraliza es, precisamente, movernos. Un movimiento suave y controlado, como el que propone el fisioterapeuta Sergio Lledó, actúa como un bálsamo para nuestra columna. Al movilizar las vértebras de forma consciente, se estimula la producción de líquido sinovial, un lubricante natural que nutre los discos intervertebrales y mejora su capacidad de amortiguación, reduciendo la fricción y el desgaste.

Además, una activación ligera y sin impacto directo mejora la circulación sanguínea en la zona afectada. Este aumento del flujo sanguíneo es fundamental, ya que aporta oxígeno y nutrientes a los músculos y ligamentos dañados, acelerando su reparación y eliminando toxinas inflamatorias. En lugar de agarrotar el cuerpo, aprendemos a escucharlo y a darle exactamente lo que necesita para sanar, un principio básico para una espalda sana y fuerte.

EL EJERCICIO SECRETO QUE ALIVIA EN MINUTOS: PASO A PASO

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El ejercicio que revela Sergio Lledó es conocido en el mundo de la fisioterapia como «gato-camello», una joya por su seguridad y eficacia. Para empezar, colócate en el suelo a cuatro patas, con las manos justo debajo de los hombros y las rodillas debajo de las caderas. Es crucial que la espalda esté en una posición neutra y relajada, como si fuera una mesa firme y estable, para iniciar el movimiento desde el punto correcto y sin forzar ninguna zona.

Desde esa postura inicial, inhala profundamente mientras arqueas la espalda hacia abajo, llevando el ombligo hacia el suelo y levantando la cabeza y el coxis hacia el techo, imitando a un camello. Mantén la postura un par de segundos y, al exhalar, realiza el movimiento contrario: redondea la columna vertebral hacia arriba, como un gato erizado, metiendo la barbilla hacia el pecho. Repite esta secuencia de forma lenta y fluida entre 8 y 10 veces, sintiendo cómo cada vértebra se moviliza.

MÁS ALLÁ DEL EJERCICIO: PEQUEÑOS GESTOS QUE CURAN

Integrar hábitos saludables en nuestra rutina es tan importante como el ejercicio para prevenir el dolor de espalda. Fuente: Freepik
Integrar hábitos saludables en nuestra rutina es tan importante como el ejercicio para prevenir el dolor de espalda. Fuente: Freepik

El «gato-camello» es una solución increíble para los momentos de crisis, pero el verdadero cambio llega cuando ajustamos nuestros hábitos diarios. Sergio Lledó siempre recuerda a sus pacientes la importancia de la postura al sentarse, especialmente para quienes trabajan en una oficina. Levantarse cada 45-50 minutos para caminar un poco rompe los ciclos de tensión muscular que se acumulan por estar en la misma posición durante horas, un gesto simple que marca una enorme diferencia al final del día.

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Otro factor que a menudo pasamos por alto es la hidratación. Unos discos intervertebrales bien hidratados son más elásticos y resistentes, funcionando como perfectos amortiguadores naturales. Por ello, beber suficiente agua a lo largo del día es fundamental para mantener la salud de la columna vertebral, un consejo que, según Lledó, es una de las bases para evitar futuros episodios y aliviar la espalda de forma integral, atacando la raíz del problema.

CONVERTIR EL ALIVIO EN UN HÁBITO PARA NO VOLVER A SUFRIR

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De nada sirve realizar este ejercicio de forma esporádica cuando el malestar ya es insoportable. La verdadera magia, como insiste Sergio Lledó, reside en la prevención y la regularidad. Incorporar el «gato-camello» en tu rutina matutina, dedicándole apenas dos o tres minutos al despertar, prepara la espalda para las exigencias del día, activando la musculatura y lubricando las articulaciones en frío, lo que reduce drásticamente el riesgo de sufrir una recaída.

Al final, se trata de tomar las riendas y entender que una espalda sana depende de nosotros mismos. Este sencillo ejercicio no es solo un remedio temporal; es una declaración de intenciones, un pacto con nuestro propio cuerpo. Asumir esa responsabilidad nos empodera y nos convierte en agentes activos de nuestro bienestar, transformando el miedo al dolor en confianza y la inmovilidad en un movimiento que libera y que, por fin, nos permite vivir sin esa constante amenaza.

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