Dr. Miguel Herrera (58), médico internista: ‘Eso que haces después de comer es lo que mata a 1 de cada 4 españoles de 55 años. Paras hoy o en 2 años es tarde’

La forma en que comer se ha normalizado en las rutinas diarias oculta un riesgo que permanece casi invisible para la mayoría. Durante años, los expertos en medicina interna han insistido en que comer no es solo el acto de ingerir alimentos, sino el complejo proceso de cómo el cuerpo responde a ellos durante las horas posteriores. El Dr. Miguel Herrera, especialista con amplia trayectoria clínica en Madrid, ha dedicado su carrera a identificar qué sucede en esos momentos críticos después de cada comida que condicionan la salud cardiovascular de adultos mayores de 55 años.

Estudios epidemiológicos recientes demuestran que una de cada cuatro muertes en la población española de 55 años está vinculada a conductas habituales posteriores a la alimentación. Este dato alarmante no se limita a sedentarios o personas con obesidad, sino que afecta también a individuos que creen mantener hábitos saludables. Lo que cambia todo es comprender que comer representa apenas el inicio de un proceso metabólico que determina, en gran medida, la calidad y cantidad de años que una persona vivirá.

EL VERDADERO ENEMIGO: LO QUE HACES DESPUÉS DE COMER

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Cuando termina la comida principal, la mayoría de personas adopta posturas sedentarias sin ser conscientes de que esos primeros treinta minutos son cruciales. Permanecer sentado de inmediato tras comer interrumpe procesos metabólicos que el cuerpo ha iniciado, generando un pico de glucosa en sangre que deteriora las arterias y el páncreas. El Dr. Herrera insiste en que este ciclo se repite tres veces al día, transformando cada comida en una pequeña agresión cardiovascular que se acumula a lo largo de décadas. La investigación demuestra que los primeros treinta minutos después de comer son una ventana terapéutica donde caminar, hacer estiramientos o realizar movimiento físico ligero cambia por completo la respuesta insulínica del organismo.

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El sedentarismo post-comida representa el hábito más peligroso que cometen millones de españoles adultos, según datos del sistema sanitario nacional. Esta conducta automatizada, que parece inofensiva, en realidad dispara los triglicéridos y acelera la aterosclerosis en personas que ya superan los 50 años. La medicina preventiva ha identificado que el tiempo pasado sentado de forma continua aumenta el riesgo de infarto incluso más que el tabaquismo en determinados rangos de edad.

COMER CON CONSCIENCIA: MASTICACIÓN Y RITMO

La masticación inadecuada transforma la experiencia de comer en un acto de riesgo biológico. Cuando tragamos sin masticar suficientemente, los alimentos llegan al estómago en fragmentos grandes que generan una digestión lenta y fermentación anómica del bolo alimenticio. El Dr. Herrera recomienda masticar cada bocado entre 15 y 20 veces, un hábito que la medicina ancestral ya conocía pero que la era moderna ha abandonado completamente. Este cambio simple reduce la insulina postprandial, mejora la absorción nutricional y fortalece la microbiota intestinal.

Comer en menos de quince minutos acelera la asimilación de azúcares simples sin permitir que el cerebro registre señales de saciedad. La prisa al comer duplica la ingesta calórica respecto a quienes se toman su tiempo para saborear los alimentos. El especialista madrileño subraya que el cortisol, hormona del estrés, aumenta cuando comemos rápido, perpetuando un ciclo donde la ansiedad genera más consumo de alimentos ultraprocesados, que a su vez elevan nuevamente el cortisol. Este bucle metabólico explica por qué tantos españoles de mediana edad desarrollan obesidad visceral incluso con ejercicio moderado.

PANTALLAS, ESTRÉS Y COMIDAS DESCONECTADAS

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El uso de dispositivos durante las comidas desactiva la inteligencia digestiva del cuerpo. Cuando miras una pantalla mientras comer ocurre, el sistema nervioso parasimpático no se activa correctamente, impidiendo que los jugos gástricos, la saliva y las enzimas pancreáticas se secreten en cantidades adecuadas. Una comida acompañada de estrés digital es metabólicamente equivalente a ingerir un 40% más de calorías, según investigaciones publicadas en revistas de medicina interna. El Dr. Herrera enfatiza que recuperar momentos tranquilos para comer es esencial, especialmente después de los 50 años cuando la capacidad digestiva comienza a declinar.

La conexión entre comer de forma desconectada y la enfermedad cardiovascular se establece a través del cortisol crónico. Cuando pasas tus comidas contestando mensajes o revisando redes sociales, tu sistema digestivo permanece en modo de alerta, priorizando supervivencia sobre nutrición. Esta respuesta inflamatoria sostenida incrementa los marcadores de riesgo cardiovascular, explica el especialista. La solución no es radical: simplemente deja el móvil, agradece la comida, respira profundamente durante un minuto antes de empezar, y permite que tu cuerpo entre en el estado parasimpático necesario para digerir correctamente.

BEBIDAS Y POSTURA: DOS FACTORES OLVIDADOS TRAS COMER

Lo que bebes después de comer determina en gran medida cómo tu cuerpo metaboliza los nutrientes. El refesco, el zumo de frutas industrializado o incluso el agua con gas son opciones que parecen inofensivas pero que alteran la acidez gástrica e interfieren en la absorción intestinal de minerales esenciales. El Dr. Herrera aconseja agua natural a temperatura ambiente, permítiendo que la digestión ocurra sin interferencias químicas adicionales. El alcohol, consumido tras la comida, eleva exponencialmente el daño hepático y acelera la lipogénesis visceral, especialmente en hombres mayores de 55 años.

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La postura corporal tras comer afecta directamente a la motilidad intestinal. Muchos españoles se recuestan apenas terminan de comer, una costumbre que ralentiza la digestión y favorece el reflujo gástrico y la mala absorción de nutrientes. Los médicos recomiendan permanecer erguido al menos dos horas después de la comida principal, preferiblemente caminando lentamente o realizando actividades suaves que mantengan el movimiento. Este cambio postural simple previene hernias de hiato, úlceras y facilita el tránsito adecuado a través del sistema gastrointestinal.

AYUNO INTERMITENTE Y VENTANAS METABÓLICAS

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El tiempo transcurrido entre comidas es tan importante como lo que ingieres. Un ayuno mínimo de doce horas entre la cena y el desayuno permite que el hígado termine de procesar los triglicéridos acumulados y que las células instauren procesos de autofagia reparadora. El Dr. Herrera explica que comer constribuyendo durante toda la vigilia sin descanso metabólico acelera el envejecimiento celular y agota el páncreas. La cultura española de picar entre horas ha sido identificada como un factor de riesgo subestimado que contribuye significativamente a la epidemia de diabetes tipo 2 en adultos mayores de 50 años.

Implementar un ayuno de 12 a 14 horas entre la última comida y el desayuno siguiente genera beneficios que trascienden la pérdida de peso. El descanso digestivo permite que la microbiota intestinal se regenere, que la insulina basal se normalice, y que los receptores de insulina recuperen sensibilidad. El especialista advierte que este cambio debe implementarse gradualmente, no como un shock abrupto. Empezar cenando una hora antes durante dos semanas, luego desayunando una hora después, permite al metabolismo adaptarse sin generar estrés fisiológico adicional que pueda ser contraproducente.

EL CONTADOR SILENCIOSO: TU VENTANA DE OPORTUNIDAD DE DOS AÑOS

La urgencia que transmite el Dr. Miguel Herrera no es catastrofismo, sino realismo clínico basado en datos epidemiológicos. Si tienes más de 55 años y mantienes estos hábitos posteriores a comer sin modificación, tu cuerpo está acumulando daño vascular de forma irreversible. La «ventana de cambio» de dos años que menciona el internista madrileño es el período en el cual estos cambios conducen a reversión de marcadores de riesgo medibles en análisis de laboratorio. Pasado ese tiempo, la fibrosis hepática, la disfunción endotelial y la resistencia insulínica se vuelven más difíciles de revertir completamente.

No se trata de dietas extremas ni de suplementación costosa, sino de recuperar la consciencia sobre cada fase del ciclo que comienza cuando comes. El movimiento post-comida, la masticación adecuada, la desconexión digital, la postura erguida y el descanso metabólico entre ingestas son herramientas que cuesta cero euros pero que valen años de vida añadida. El Dr. Herrera insiste en que la mayoría de españoles que mueren a los 59 o 60 años en lugar de los 75 años biológicamente posibles simplemente ignoraban que sus hábitos posteriores a comer eran la diferencia entre enfermedad temprana y longevidad.

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