El S-82 Narciso Monturiol de Navantia, el cazador invisible que relanza a la Armada

Se trata de un submarino convencional dotado de un sistema de Propulsión Independiente de la Atmósfera (AIP) de diseño propio, que le otorga capacidades operativas radicalmente superiores a sus predecesores.

La reciente puesta a flote del S-82 Narciso Monturiol en los astilleros de Navantia en Cartagena no es solo un hecho importante para la ingeniería naval española; es la materialización de uno de los proyectos tecnológicos más ambicioso en la historia de la industria de defensa española. Este submarino de ataque (SSK), el segundo de la vanguardista clase S-80 Plus, simboliza la culminación de un esfuerzo del Ministerio de Defensa que dirige Margariata Robles para reemplazar la envejecida flota de la clase S-70 (Galerna) y posicionar a la Armada Española entre las potencias navales con capacidad submarina de primer nivel.

El Narciso Monturiol, bautizado en honor al pionero inventor catalán, representa un salto tecnológico generacional en este tipo de naves de guerra. Se trata de un submarino convencional dotado de un sistema de Propulsión Independiente de la Atmósfera (AIP) de diseño propio, que le otorga capacidades operativas radicalmente superiores a sus predecesores. Su entrada en servicio, prevista para 2025, transformará el mapa de la defensa española.

UN SALTO TECNOLÓGICO: LA REVOLUCIÓN DEL AIP Y EL SIGILO

La principal clave de la clase S-80 Plus, y en particular del S-82, reside en su capacidad de supervivencia operacional. Un submarino convencional necesita periódicamente emerger a la superficie o subir a cota snorkel para recargar sus baterías diésel. Este momento es su punto de máxima vulnerabilidad.

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El Narciso Monturiol solventa esta debilidad mediante el sistema Best AIP (Bioethanol Stealth Technology). Utilizando bioetanol y células de combustible, el AIP genera electricidad a bordo sin necesidad de oxígeno atmosférico, permitiendo al submarino operar sumergido durante periodos significativamente más largos (semanas) que los modelos tradicionales. Esta característica se traduce en una furtividad bastante alta y de difícil detección para los enemigos.

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En el fondo, la ministra de Defensa, Margarita Robles, mientras se realizan las pruebas de amarras del submarino S-81, ‘Isaac Peral’, durante su visita al astillero de Navantia, en Navantia de Cartagena, a 21 de enero de 2022, en Cartagena, Murcia (Fuente: Agencias). 

Discreción operacional, al eliminar la necesidad de subir a snorkel, el S-80 se convierte en una plataforma virtualmente indetectable en el área de operaciones. Es un verdadero «cazador invisible de las profundidades», ideal para misiones de inteligencia, vigilancia y reconocimiento (ISR) de larga duración.

Diseño antirruido, el sigilo se complementa con un diseño de ingeniería acústica avanzada. El casco resistente, el aislamiento acústico de los equipos y un diseño de hélice especial que minimiza la cavitación (las burbujas ruidosas que delatan la posición) garantizan que el S-80 se encuentre entre los submarinos convencionales más silenciosos del mundo.

Por otro lado, la plataforma del S-82 es un logro en sí misma. Con una eslora de aproximadamente 81 metros y un desplazamiento en inmersión de cerca de 3.700 toneladas, su tamaño lo sitúa en la categoría de submarino oceánico.

Velocidad y autonomía, puede superar los 20 nudos en inmersión, permitiendo un tránsito rápido y una capacidad de maniobra superior a la clase anterior. La combinación de sistemas diésel-eléctricos y el AIP garantiza una autonomía extendida, permitiendo a la Armada operar con eficacia tanto en el crítico Estrecho de Gibraltar y el Mediterráneo como en el vasto Atlántico.

Sistema de combate integral, el S-80 incorpora un sistema de combate digitalizado desarrollado por la industria nacional. Este cerebro fusiona datos de sonares de corto, medio y largo alcance, sensores electrónicos y sistemas de comunicación segura para la gestión simultánea de múltiples blancos y escenarios.

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IMPACTO ESTRATÉGICO Y DE DISUASIÓN

La incorporación de la clase S-80 Plus va más allá de la mera sustitución de material. Es una revolución estratégica que redefine el papel de España en la seguridad marítima. En este sentido, los S-80 no son solo plataformas defensivas; son armas de proyección de poder. Su dotación de armamento es versátil y letal

Para ello cuenta con los miisiles de ataque a tierra (TLAM). La capacidad más transformadora de la nave. Los submarinos S-80 están diseñados y preparados para la posible integración de misiles de crucero de ataque a tierra (como el estadounidense Tomahawk o similares). Si se incorpora esta capacidad, España dispondría por primera vez de una plataforma capaz de lanzar ataques estratégicos a objetivos terrestres a más de 1.000 kilómetros de distancia desde una posición sumergida e indetectable.

También posee armamento antibuque y de aérea. A través de sus tubos lanzatorpedos de 533 mm, el S-82 puede lanzar torpedos pesados de última generación, misiles antibuque de largo alcance (como el SubHarpoon o la futura integración del NSM), y minas de fondo (minado de influencia), permitiendo el bloqueo estratégico de rutas marítimas críticas.

Además, la guerra asimétrica con un diseño que permite el transporte y despliegue encubierto de personal de las Fuerzas Especiales (buzos de combate) cerca de costas enemigas o zonas de conflicto, crucial para operaciones de sabotaje, reconocimiento o rescate de alto riesgo.

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La ministra de Defensa, Margarita Robles, durante la ceremonia de puesta a flote del submarino S-82 ‘Monturiol’, segunda unidad de la serie S-80 construida para la Armada, en el Astillero de Navantia, a 3 de octubre de 2025, en Cartagena, Murcia (Fuente: Agencias)

DISUASIÓN POR NEGACIÓN Y POSICIONAMIENTO POLÍTICO

La presencia de una fuerza submarina moderna con tecnología AIP actúa como un poderoso elemento de disuasión por negación. Gracias entre otras cosas al poderoso efecto «flota en potencia». Por el cual, el mero conocimiento de que uno o varios S-80 silenciosos pueden estar operando ocultos en el mar obliga a cualquier potencial adversario a dedicar una cantidad desproporcionada de recursos a la guerra antisubmarina. Esto cambia el cálculo de riesgo para cualquier fuerza hostil que intente proyectar poder en el área de influencia española (Estrecho, flanco sur de la OTAN).

Además, de la credibilidad con aliados que se gana. Y es que los S-80 Plus refuerzan la contribución de España a la OTAN y la UE. La capacidad de proporcionar plataformas discretas y de alta permanencia para misiones de seguridad marítima colectiva (ISR) eleva el prestigio y la relevancia estratégica de la Armada.

En referencia a esto, hay que poner en valor que el programa S-80, aunque vital, ha estado marcado por un coste de inversión extraordinariamente alto y una trayectoria plagada de desafíos. Pero necesaria debido a la nueva posición de nuestro país en el entramado internacional surgido tras la Guerra de Ucrania.

PRESUPUESTO, RETRASO Y POSIBLE RETORNO

La inversión global tiene el coste total del programa para las cuatro unidades (S-81 Isaac Peral, S-82 Narciso Monturiol, S-83 Cosme García y S-84 Mateo García de los Reyes) se ha elevado hasta la cifra actual de 3.900 a 4.000 millones de euros. La estimación inicial de 2.135 millones de euros se disparó tras la detección, en 2013, del famoso error de sobrepeso que ponía en riesgo la flotabilidad del submarino. Este desafío de ingeniería obligó a un rediseño radical, con el consiguiente alargamiento del casco y la inyección de cientos de millones de euros adicionales.

Al fina hay que señalar que el coste efectivo por unidad se acerca peligrosamente a los 1.000 millones de euros, una cifra que ha sido objeto de críticas, ya que se aproxima al precio de algunos submarinos de propulsión nuclear, situando al S-80 como uno de los submarinos convencionales más caros del mundo.

A este coste se suman los gastos accesorios, como los más de 100 millones de euros destinados al sostenimiento inicial y las obras de adaptación de los muelles y fosas de la Base de Cartagena, que tuvieron que ser alargados para poder acoger las nuevas dimensiones de la clase S-80 Plus.

Exterior del submarino S-81, a 12 de febrero de 2025, en Cartagena, Murcia (España). El Isaac Peral (S-81) es un submarino de ataque SSK-AIP de la clase S-80 perteneciente a la Armada, construido por la empresa española Navantia en Cartagena (Fuente: Agencias)
Exterior del submarino S-81, a 12 de febrero de 2025, en Cartagena, Murcia (España). El Isaac Peral (S-81) es un submarino de ataque SSK-AIP de la clase S-80 perteneciente a la Armada, construido por la empresa española Navantia en Cartagena (Fuente: Agencias)

RETORNO ECONÓMICO Y DESAFÍOS COMERCIALES

Pese a los sobrecostes, el programa S-80 se defiende como una inversión estratégica con retornos tangibles para la economía y la industria española. Aquí hay que remarcar que el principal retorno no es monetario, sino la adquisición de soberanía tecnológica.

Convirtiéndose en motor de empleo y PIB, el programa es un polo de crecimiento económico. Se estima que genera más de 6.000 empleos directos, indirectos e inducidos durante su fase de construcción y mantenimiento, lo que proporciona estabilidad laboral de alta cualificación.

Y siendo una posible base I¡industrial de tecnología dual, el proyecto ha fortalecido a Navantia y a un centenar de empresas nacionales colaboradoras. Este efecto arrastre ha impulsado el desarrollo de tecnologías duales (aplicables a defensa y al sector civil) en áreas como la acústica, la electrónica y la propulsión, elevando la competitividad del ecosistema científico-tecnológico español.

La posibilidad de exportar el S-80 Plus es crucial para amortizar la inversión en I+D. Siendo diferenciador el AIP. El éxito operativo del AIP de Navantia (Best AIP) es un potente argumento de venta en el mercado global, ya que ofrece una solución de alta autonomía a países que no pueden o no quieren operar con tecnología nuclear. No obstante, el S-80 se enfrenta a una dura competencia, incluyendo los submarinos alemanes y franceses, cuyos diseños están probados y a veces son más económicos. El elevado coste de desarrollo debe ser rebajado mediante economías de escala si España logra vender la plataforma a clientes internacionales.

Con todo esto, el S-82 Narciso Monturiol y su clase asociada son la encarnación de la apuesta de España por una defensa moderna y autónoma. El salto de la tecnología de los años 70 a los sistemas más avanzados del siglo XXI ha sido costoso y prolongado, pero ha dotado a la Armada de un activo estratégico insustituible.

El Narciso Monturiol no solo garantiza la continuidad de la capacidad submarina de España, sino que la multiplica exponencialmente en términos de sigilo, autonomía, inteligencia y potencial de ataque. Aunque quedan por delante los retos de la validación total de su AIP en operaciones reales y el sostenimiento del alto coste, la puesta a flote de este submarino sella la pertenencia de España al club de las naciones capaces de operar como auténticos cazadores invisibles en las profundidades de los océanos.

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