La Bruja Avería fue un personaje revolucionario que representó la conciencia crítica de La Bola de Cristal durante su emisión entre 1984 y 1988. Interpretada por Matilde Conesa, esta marioneta malvada portaba un rayo destructor que simbolizaba la capacidad de cuestionar el poder establecido con una frialdad que fascinaba a millones de niños españoles. Su presencia en pantalla no era mera ficción, sino una declaración política camuflada bajo la apariencia infantil que desafiaba el orden capitalista.
Lolo Rico, la directora visionaria del programa, permitió que la Bruja Avería gritara consignas anarquistas como «Viva el mal, viva el capital» en horario protegido infantil. Esta sección de Los Electroduendes se convirtió en una escuela de pensamiento crítico disfrazada de entretenimiento que ningún censor esperaba encontrar entre muñecos y efectos de color. La libertad creativa que caracterizó al programa durante sus primeros años hizo posible una transgresión sin precedentes en la televisión pública española.
LOS ELECTRODUENDES: SUBVERSIÓN INFANTIL
Los Electroduendes era la primera sección de La Bola de Cristal, un espacio pensado para los niños más pequeños donde personajes de latex transmitían mensajes anticapitalistas sin disimulo alguno. La Bruja Avería aparecía junto a Maese Sonoro, Maese Cámara, Hada Vídeo y la Bruja Truca en narrativas que parodiaban gobiernos, criticaban el consumismo y desafiaban la autoridad. Cada sketch era una lección magistral de disidencia envuelta en coloridas marionetas que explotaban, se rebelaban y cuestionaban todo lo establecido sin piedad.
La Bruja Avería tenía habilidades especiales que representaban la destrucción del orden establecido, siempre portando un rayo que fundia a los demás electroduendes en su afán revolucionario. En los primeros programas, cada personaje desarrolló una personalidad única y propósitos específicos que los diferenciaban, pero todos compartían una misión común: educar a los niños desde una perspectiva crítica. La capacidad destructiva de la Bruja Avería se transformaba en cada episodio en una metáfora visual del cambio social necesario.
MATILDE CONESA: LA VOZ DE LA REVOLUCIÓN INFANTIL
Matilde Conesa fue la actriz que interpretó la Bruja Avería, dando voz y alma al personaje revolucionario encargado de enseñar a millones de niños a cuestionar el poder establecido. Conesa interpretaba con precisión quirúrgica, sabiendo exactamente cuándo ser amenazante, cómica o didáctica en sus interacciones con otros electroduendes. Su trabajo en La Bola de Cristal representó una oportunidad histórica para colaborar en un proyecto infantil verdaderamente revolucionario que marcó generaciones completas.
Su actuación transcendió el entretenimiento infantil para convertirse en parte de la memoria cultural de una generación entera que creció entendiendo que la crítica social era compatible con el humor y la creatividad. Décadas después, Conesa vería cómo los muñecos originales del programa, incluyendo el de la Bruja Avería, terminarían en el Museo Internacional de Títeres de Albaida en Valencia. Este reconocimiento tardío confirma que su trabajo trasciende la efímera naturaleza de la televisión infantil tradicional.
LA LLEGADA DE PILAR MIRÓ Y LA CENSURA IMPARABLE
En 1986, cuando Pilar Miró llegó a la dirección de RTVE, La Bola de Cristal se convirtió inmediatamente en blanco de presiones políticas sin precedentes para suavizar su discurso revolucionario. El gobierno socialista de Felipe González no deseaba que programas tan marxistas tuviesen tanto éxito masivo entre el público infantil. Miró comenzó con sugerencias delicadas, luego notas sobre los guiones, intentando diluir el potencial subversivo que había caracterizado el programa durante sus primeros años.
Lolo Rico se negó sistemáticamente a despojar al programa de su integridad, rechazando cada petición de censura que amenazara su espíritu libertario. La directora de La Bola de Cristal comprendía que ceder significaría traicionar a su equipo creativo y a sus audiencias infantiles. Esta resistencia principista transformó la censura en una batalla ideológica entre la creación artística independiente y el control político que finalmente determinaría el destino del programa más innovador de la televisión pública.
LAS FRASES QUE LA CENSURA QUISO SILENCIAR
Las declaraciones de la Bruja Avería resonaban como manifiestos políticos disfrazados de ficción infantil, produciendo un impacto ideológico que los censores no podían tolerar indefinidamente. Gritos como «¡Viva el mal! ¡Viva el capital!» constituían una crítica feroz al sistema económico que gobernaba España, transmitida sin filtros a la audiencia más vulnerable. Otras consignas como «Ponen mucho esmero los banqueros y los pobres sufren serios quebraderos» exponían las contradicciones del capitalismo de forma que ningún análisis académico podría superar.
La Bruja Avería también gritaba «Qué mala, pero qué mala soy» convertida en símbolo de la transgresión y la rebelión infantil contra cualquier forma de autoridad. En sketches como el de la república electrovoltaica de Tetrodia, el personaje asumía roles presidenciales ejerciendo una crítica brutal de los gobiernos y sistemas políticos. Cada línea, cada gesto, cada explosión de su rayo destructivo comunicaba un mensaje subversivo que descomponía las estructuras del pensamiento conservador infantil.
EL SPOT CENSURADO Y LA DIMISIÓN DE LOLO RICO
En primavera de 1988, RTVE censuró sin autorización de Lolo Rico un spot que defendía la educación pública respecto a la privada, un acto que determinó el fin definitivo del programa. Rico había indicado que jamás traicionaría los principios del equipo creativo, y ese momento llegó con imposición unilateral de censura. La decisión de Miró demostró que el gobierno socialista no toleraría disidencia ni en espacios infantiles, transformando sugerencias en vetos absolutos.
La dimisión de Lolo Rico fue inevitable y definitiva, marcando el cierre de una era de libertad creativa que jamás volvería a La Bola de Cristal. No fue una decisión administrativa trivial, sino un acto de coherencia política que sacrificaba su posición laboral por defender la integridad del proyecto. El programa continuó brevemente bajo la presión de nuevas restricciones, pero su espíritu revolucionario ya estaba muerto, sellando el destino de la Bruja Avería y sus compañeros electroduendes.
EL MUSEO INTERNACIONAL Y EL LEGADO PERMANENTE
Décadas después de su censura, los muñecos originales de La Bola de Cristal encontraron hogar en el Museo Internacional de Títeres de Albaida, Valencia, reconociendo su importancia histórica como artefactos de resistencia cultural. Los títeres habían pertenecido al titiritero cubano Alejandro Milán, quien trabajaba para TVE desde los años sesenta. La adquisición del museo simboliza la rehabilitación póstuma del programa, transformando personajes censurados en patrimonio cultural que merece preservación y estudio académico permanente.
La Bruja Avería continúa inspirando generaciones que descubren en La Bola de Cristal un modelo alternativo para la televisión infantil y el pensamiento crítico educativo. Su existencia documenta un momento histórico donde fue posible educar a millones de niños desde perspectivas revolucionarias, desafiando el orden establecido. Hoy representa un recordatorio incómodo sobre cómo la censura actúa contra la libertad, la creatividad y la dignidad intelectual de las audiencias más vulnerables de cualquier sociedad.

 
                                    







