El panorama de la defensa moderna exige sistemas de protección aérea que sean, simultáneamente, potentes, ágiles e interoperables. En este escenario, el sistema de misiles antiaéreos NASAMS (National Advanced Surface-to-Air Missile System) se ha consolidado como una pieza esencial en la estrategia de numerosos países, incluida España. Específicamente, la variante NASAMS II+ (o NASAMS 2+) representa el culmen de una constante evolución tecnológica, marcando la versión modernizada y significativamente mejorada de este sistema de defensa tierra-aire de corto a medio alcance, desarrollado conjuntamente por la experiencia de la noruega Kongsberg Defence & Aerospace y la estadounidense Raytheon.
El diseño fundamental del NASAMS está enfocado en neutralizar con alta precisión una amplia variedad de amenazas que surcan el espacio aéreo, abarcando desde misiles de crucero, pasando por aeronaves tripuladas y helicópteros, hasta la creciente amenaza de los vehículos aéreos no tripulados, más conocidos como drones. Su fuerza y potencia reside en el uso del misil AIM-120 AMRAAM (Advanced Medium-Range Air-to-Air Missile), una munición que, si bien nació para el combate aire-aire, ha sido magistralmente adaptada para el lanzamiento desde plataformas terrestres.
Una de las características más aclamadas de este misil es su funcionalidad de «dispara y olvida» (fire-and-forget). Esto implica que, una vez lanzado, el misil se guía de forma autónoma hacia su blanco gracias a su sistema de guiado activo, liberando al puesto de mando y al radar de la batería de tener que mantener la iluminación del objetivo. Esta capacidad operativa es crucial, pues permite a la tripulación atacar múltiples blancos de forma simultánea, alcanzando la impresionante cifra de hasta setenta y dos objetivos en algunas configuraciones, mientras que la plataforma de lanzamiento mantiene la flexibilidad y la capacidad de reposicionamiento inmediato. En términos de rendimiento, el alcance efectivo del sistema se sitúa entre los siete y los diez kilómetros alrededor de la infraestructura o la unidad que busca proteger, aunque el propio misil AMRAAM posee un alcance máximo superior, cercano a los treinta kilómetros en sus versiones precedentes. Además, su naturaleza de sistema móvil y remolcado le confiere una alta agilidad logística, facilitando su rápido desplazamiento y despliegue en cualquier punto geográfico requerido.

MEJORA DEL SISTEMA
La designación «II+» no es meramente un cambio de nombre, sino que envuelve un profundo y ambicioso programa de modernización y actualización. Este esfuerzo se ha centrado en potenciar sus capacidades de red y comunicación, aspectos esenciales para la defensa aérea en el siglo XXI. La mejora más destacada es, sin duda, la optimización de la Integración en Red mediante el protocolo Link 16. Esta tecnología permite que el sistema NASAMS comparta su imagen táctica y datos de detección con otras plataformas militares de la OTAN, incluyendo aeronaves, buques y unidades terrestres, casi en tiempo real. Este intercambio de información eleva drásticamente la conciencia situacional y facilita los disparos sin visión directa (Non-Line-of-Sight), una capacidad que multiplica su letalidad en entornos complejos.
La actualización a la versión «2+» también ha implicado la modernización de los componentes fundamentales, incluyendo el reacondicionamiento o la sustitución de los lanzadores y una profunda puesta a punto del software de gestión. De igual manera, se ha puesto énfasis en la Mejora de Sensores, con la integración del radar AN/MPQ-64F1 Sentinel y la adición de nuevos sistemas electroópticos (SOE) pasivos. Estos avances incrementan la capacidad del sistema para detectar y rastrear amenazas de forma autónoma, operando en un espectro de frecuencia más amplio.
VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE ESTE TIPO DE ARMA
El valor táctico del NASAMS lo convierte en un sistema excepcionalmente eficaz, pero como toda tecnología militar, presenta un balance de fortalezas y debilidades que deben ser sopesadas.
Una de sus mayores ventajas radica en su arquitectura abierta y modular de diseño centrado en la red (Net-Centric). Esta modularidad no solo permite una integración fluida con otros sistemas de defensa, radares externos y estructuras de mando y control, sino que también confiere una flexibilidad operacional inigualable, haciéndolo adaptable a una vasta tipología de misiones. La alta movilidad y el despliegue rápido le permiten ofrecer una protección crucial tanto a activos estáticos de alto valor como a formaciones militares en movimiento. Finalmente, su probada eficacia contra amenazas modernas lo sitúa como una herramienta fiable contra cazas, helicópteros y, fundamentalmente, la proliferación de drones.
No obstante, el sistema arrastra ciertas desventajas inherentes a su concepción. Su principal limitación es su Alcance, clasificado como de medio-corto. Si bien es un sistema robusto y capaz, la distancia efectiva de intercepción es significativamente menor que la de los sistemas de defensa de largo alcance (como el misil Patriot), lo que obliga a las fuerzas armadas a operar conjuntamente sistemas de diferentes alcances para una cobertura total. Otro punto crítico es el coste del misil AMRAAM. Al ser una munición de alto valor, el coste por intercepción resulta elevado, lo que plantea serios dilemas logísticos y económicos al enfrentarse a amenazas de bajo coste y alta saturación, como los drones comerciales, a pesar de que la arquitectura abierta permite, en teoría, la integración de misiles más asequibles. Finalmente, su rendimiento óptimo y su capacidad de ataque múltiple dependen intrínsecamente de la dependencia del radar y la red. Si el radar Sentinel o los enlaces de comunicación se ven comprometidos o neutralizados por interferencias electrónicas, el rendimiento y la letalidad del sistema podrían verse afectados.

IMPORTANCIA PARA ESPAÑA
En el contexto español, el Ejército de Tierra adquirió sus primeras baterías NASAMS en el año 2003, y en la actualidad, su modernización a la versión II+ es un pilar de la política de defensa. El sistema desempeña un papel fundamental en la protección de la soberanía nacional, siendo el principal sistema de defensa aérea de medio-corto alcance y media altura. Sus unidades están distribuidas estratégicamente, con el Regimiento de Artillería Antiaérea (RAAA) nº 73 y el RAAA nº 74 como principales operadores, y su misión es la defensa de objetivos estratégicos y unidades terrestres. Recientemente, se ha sumado un esfuerzo para equipar al Ejército del Aire y del Espacio con una nueva unidad, lo que evidencia su creciente importancia para la protección de las bases aéreas en operaciones de despliegue.
A nivel internacional, el NASAMS español es la herramienta clave para cumplir con los compromisos de defensa colectiva de la OTAN. Las baterías se han desplegado de forma rotatoria en el flanco oriental (en países como Letonia y Estonia), donde garantizan la protección aérea de infraestructuras críticas y se integran en el Sistema Integrado de Defensa Aérea y Antimisiles de la OTAN (NATINAMDS). La modernización, valorada en cientos de millones de euros, no solo prolongará su vida útil y aumentará su eficacia operativa, sino que también asegurará que las Fuerzas Armadas españolas dispongan de su sistema más moderno, móvil y eficaz para la defensa antiaérea táctica.
El NASAMS, en definitiva, es un excelente sistema táctico y móvil que sobresale en entornos de alta amenaza gracias a su capacidad de ataque múltiple y su integración en red. Sus principales limitaciones son el alcance de su misil y el alto coste unitario de su munición principal, elementos que España gestiona con el equilibrio de su uso en misiones de la Alianza Atlántica y la defensa estratégica de su propio territorio.






