La jornada del jueves en Pamplona terminó convertida en un episodio de tensión política, desinformación y violencia. El agitador ultraderechista Vito Quiles, que pretendía celebrar una charla en la Universidad de Navarra dentro de su gira España Combativa, protagonizó una polémica que combinó su falta de autorización institucional, el rechazo de colectivos antifascistas y la manipulación mediática posterior.
La situación derivó en disturbios, heridos y una batalla por el relato entre distintas fuerzas políticas. El evento de Quiles no contaba con el aval de la Universidad de Navarra, una institución de raíces vinculadas al Opus Dei que decidió cerrar sus puertas y suspender toda actividad académica ante el riesgo de incidentes.
La medida coincidió con la convocatoria de una movilización antifascista impulsada por la Gazte Koordinadora Sozialista (GKS). La presencia policial fue considerable. Inicialmente, los agentes establecieron un cordón para separar a los grupos simpatizantes y contrarios a Quiles. Sin embargo, el ambiente se tensó con la llegada de más manifestantes y se produjeron enfrentamientos en las calles cercanas, especialmente en los barrios de Iturrama y Azpilagaña. Hubo uso de material antidisturbios, lanzamiento de objetos y contenedores volcados.
El balance: dos detenidos y cinco heridos, entre ellos cuatro policías nacionales y un periodista de El Español, agredido por miembros de GKS mientras cubría los altercados.
VICTIMISMO Y TROLAS EN LA CAPITAL NAVARRA
Lejos de asumir responsabilidad por la falta de autorización o por la crispación generada, Vito Quiles optó por una estrategia de victimización. En redes sociales afirmó que su acto había sido suspendido porque la Policía no podía garantizar su seguridad, llegando incluso a sostener que se habían incautado cuchillos en autobuses procedentes de Bilbao.
Ambos bulos fueron desmentidos de manera tajante por la Delegación del Gobierno en Navarra, que calificó esas declaraciones de falsas y subrayó que la decisión de suspender el evento fue exclusivamente de la Universidad. El propio Quiles, acompañado por una decena de guardaespaldas, reapareció horas después en la puerta del conservador Diario de Navarra para grabar un vídeo con el que pretendía demostrar su presencia en la Comunidad Foral.

Durante la grabación, increpó a un periodista del medio, acusándole de connivencia con «terroristas». El gesto evidenció su intento de provocar e instrumentalizar el pasado de violencia de ETA en Navarra. La escena ocurrió, irónicamente, a escasos metros del lugar donde el exdirector del diario José Javier Uranga fue tiroteado por la banda.
MANIPULACIÓN POR PARTE DE UPN CONTRA BILDU
La actuación de Quiles fue rápidamente aprovechada por sectores de la derecha, especialmente por Unión del Pueblo Navarro (UPN), que intentaron convertir la polémica en un argumento contra el Gobierno central y contra EH Bildu.
En un giro discursivo, UPN cargó contra el PSOE por pactar con EH Bildu, enfrentada abiertamente a GKS. La narrativa de persecución impulsada por Quiles y amplificada por sus simpatizantes encaja en la estrategia habitual de la ultraderecha española, que busca mostrarse como defensora de la libertad de expresión mientras genera confrontación en espacios académicos o institucionales. La elección de Pamplona no parece casual. La provocación mediática era parte del guion.
REACCIONES TRAS EL SHOW DE VITO
Tanto la Delegación del Gobierno en Navarra como la Universidad de Navarra emitieron comunicados de condena. La delegada Alicia Echeverría desmintió los bulos difundidos por Quiles y llamó a la convivencia, mientras que el centro universitario insistió en que su prioridad era garantizar la seguridad de la comunidad académica y preservar un ambiente de respeto.
El intento de Quiles por manipular los hechos y señalar falsamente a la Policía y a los medios evidencia una estrategia de propaganda basada en el ruido y la desinformación.






