El tanque renace en la era del dron: La lección de Ucrania y el futuro del Leopard

En este panorama de revisión militar, España se encamina hacia la adquisición del Leopard 2A8, una evolución natural para un país que ya maneja y produce variantes avanzadas como el Leopard 2E, la versión española del exitoso modelo alemán

Los ecos de la guerra en Ucrania ha sacudido los cimientos de la estrategia militar global, obligando a repensar el rol de una de las máquinas bélicas más icónicas: el carro de combate. A pesar de los augurios de su obsolescencia frente a las armas de precisión y los drones, el tanque principal de batalla no solo ha sobrevivido, sino que ha mutado, forzado por un campo de batalla rediseñado. Para desentrañar esta nueva realidad, y en particular, el camino de España hacia la adopción del modernísimo Leopard 2A8, conversamos en profundidad con Ramón Cuerda, un reconocido experto en seguridad.

La conversación, que se desarrolla en un tono vibrante y directo, arranca con una premisa clara: Ucrania no ha inventado un arma nueva, sino que ha puesto en contexto diferentes formas de utilizar la ya existente. El carro de combate, cuyo nacimiento se remonta a la Primera Guerra Mundial como mero apoyo a la infantería (el concepto inicial de «Lidl-Hor»), evolucionó en la Segunda Guerra Mundial, gracias a la doctrina alemana de la Blitzkrieg de Guderian y Rommel, que lo convirtió en una unidad de ruptura de frente. El carro, en esencia, sigue siendo el mismo en su núcleo. Lo que ha cambiado dramáticamente es el entorno.

Ramón Cuerda subraya que la experiencia ucraniana ha expuesto la vulnerabilidad cenital y lateral del tanque moderno. Antes, el blindaje más robusto se concentraba en el frontal, pensado para los duelos «carro contra carro» o contra defensas fijas. Hoy, con la ubicuidad de los drones y la munición merodeadora, los carros son susceptibles de ataque desde la izquierda, la derecha y, crucialmente, desde arriba. La consecuencia directa es que ningún tanque puede operar solo; su supervivencia exige un acompañamiento especializado y sistemas antidrones y contra otras amenazas asimétricas.

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EL SALTO ESTRATÉGICO DE ESPAÑA AL LEOPARD

En este panorama de revisión militar, España se encamina hacia la adquisición del Leopard 2A8, una evolución natural para un país que ya maneja y produce variantes avanzadas como el Leopard 2E, la versión española del exitoso modelo alemán. La decisión, que contempla la compra de entre cincuenta y sesenta unidades para formar un batallón y la modernización de los cerca de trescientos carros ya existentes, no es casual. Es la respuesta del estamento militar a un análisis de amenazas meticulosamente trazado.

El experto en seguridad detalla que la cúpula militar, representada por figuras como el Director General de Armamento (DIGAN), Almirante Niceto, y el Jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra (JEMACON), ha expuesto la estrategia en un documento de dos folios que define un eje cartesiano de amenazas y capacidades.

En el eje de las amenazas potenciales, España se enfrenta a cuatro desafíos principales, más un quinto «enemigo» de índole interna.

El primer desafío es China, considerada una amenaza sistémica para todo el régimen occidental y democrático, que juega con reglas completamente diferentes a las del sistema de alianzas europeo. El segundo es Rusia, que ha entrado en beligerancia con Ucrania, un país aliado, y ejerce presión en el flanco este de Europa.

El tercer foco de inestabilidad, y el más cercano a España, es el Norte de África. Ramón Cuerda plantea un escenario hipotético, pero factible, como la inestabilidad en Marruecos tras un vacío de poder. Si este país vecino se convirtiera en un estado fallido, España podría sufrir agresiones. Esto obliga a un cambio de paradigma en el diseño y función de los carros de combate españoles: ya no están pensados solo para los fríos terrenos del este europeo, sino para operar en el clima y las condiciones del Norte de África, donde el aire acondicionado es tan crucial como el blindaje.

La cuarta amenaza es el yihadismo, que ha golpeado a España en el pasado. Sin embargo, Cuerda aclara que esta amenaza no se combate con tanques, sino con inteligencia y fuerzas de orden público especializadas.

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El quinto y más sutil enemigo es el conformismo nacional. El experto critica la tendencia a considerar la inversión en defensa como un gasto inútil que acaba en la chatarra. Este razonamiento olvida que la existencia de un ejército moderno y capaz es un elemento de disuasión esencial. El hecho de que un carro de combate acabe en el desguace sin haber entrado en combate es la mayor señal de que la disuasión ha funcionado. Como dice el experto: el enemigo potencial del Leopard en España, si todo va bien, no es el T-14 ruso, sino el chatarrero.

Prueba Nemus en Leopard (Fuente: Indra)
Prueba Nemus en Leopard (Fuente: Indra)

EL CARRO DE COMBATE: UN PRODUCTO INDUSTRIAL DE ALTO VALOR

Frente a estas amenazas, en el otro eje cartesiano, se sitúan las capacidades requeridas por el Ejército de Tierra, donde el arma acorazada es una necesidad imperiosa, con un requisito de entre 350 y 400 carros de combate distribuidos en una división acorazada. Una vez definida la necesidad militar, el foco se desplaza a la industria.

La estrategia del Gobierno, y un punto clave para la industria de defensa, es que la mayor parte del dinero invertido en esta disuasión se produzca en España. El carro de combate, más allá de su glamur bélico, es ante todo un producto industrial. Y como tal, su éxito se basa en tres pilares, según Ramón Cuerda:

  1. Producto Redondo: Debe ser un vehículo que cualquier experto en la materia sitúe entre sus tres primeras opciones a nivel mundial.
  2. Modelo de Negocio: La necesidad debe satisfacerse de manera que la industria nacional pueda aportar la mayor parte del valor añadido (más del 60-70%), mediante acuerdos de colaboración o licencias, a un coste eficiente.
  3. Masa crítica: La adquisición debe hacerse en un volumen suficiente para ser verdaderamente disuasorio y cumplir con las necesidades operativas de los militares.

El Leopard A8, o la variante que finalmente se escoja, cumple con los requisitos fundamentales de la técnica militar que han sido inalterables a lo largo de la historia: la elección del campo de batalla, la movilidad (tanto táctica en combate como estratégica para el despliegue rápido por tren o carretera) y, por supuesto, la potencia de fuego. Cuerda ilustra este último punto con una anécdota contundente: la potencia de fuego no es la suma de maniobras sofisticadas, sino el golpe que impacta y define el combate. El Leopard ofrece agilidad y, lo más importante, un blindaje que está evolucionando del pasivo al activo, que se suma a la ventaja de que el personal militar español está plenamente familiarizado con el uso, mantenimiento y producción de este tipo de carros.

LA ALIANZA OCCIDENTAL Y LA SUPERIORIDAD INDUSTRIAL

La conversación vira hacia la capacidad productiva de Europa frente a sus adversarios. Cuerda desmiente la narrativa de que Estados Unidos desea que Europa compre su material, insistiendo en que la estrategia militar estadounidense, impulsada desde la administración Obama, requiere que Europa sea autosostenible y autosuficiente en material de defensa para poder concentrarse en el desafío chino en Asia (a través de alianzas como el UCLAN con Australia, Japón y Corea del Sur). Estados Unidos no puede proveer munición y material a la vez a Ucrania y a una Europa desarmada, lo que demuestra la necesidad urgente de una industria europea robusta.

Las cifras de producción son reveladoras y desmantelan la imagen de la invencibilidad industrial rusa. Actualmente, Rusia produce alrededor de tres carros de combate modernos al mes. Su esfuerzo bélico en Ucrania se basa en la reactualización masiva de viejos tanques de la era del Pacto de Varsovia, como los T-60 y T-70. En contraste, los fabricantes del Leopard en Europa, en colaboración con Francia para un futuro carro unificado, proyectan producir seiscientos carros al año (cincuenta al mes) solo desde las factorías alemanas y checoslovacas, una vez se amplíen las instalaciones. A esto se suman los cuatrocientos carros que puede fabricar Francia con su modelo Leclerc y los trescientos que podrían aportar potencias medianas como España, Polonia o Italia, bajo producción local.

En un escenario de economía de guerra, la Europa unida podría producir mil doscientos carros de combate al año, superando con creces la capacidad rusa. El experto lo resume de manera categórica: Europa, en dos meses, puede producir lo que Rusia tarda un año entero en fabricar.

La superioridad económica e industrial de la alianza occidental es innegable. Si bien la voluntad política y la capacidad de la población para soportar un conflicto son los verdaderos puntos de quiebra, la comparación de recursos es abrumadora. El experto lo recuerda, citando la visión del Almirante Tojo antes de Pearl Harbor: la fuerza real de un país radica en su capacidad industrial, en ese «monstruo con fábricas del Atlántico al Pacífico». La importancia del carro de combate en el campo de batalla de hoy es, por tanto, inseparable de la importancia de la industria española y europea que lo respalda.

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