La halitosis no distingue edades ni estilos de vida, y es uno de esos temas que todos prefieren evitar, pero que afecta silenciosamente a millones de personas en el mundo. Más allá de ser una simple molestia, el mal aliento puede tener un impacto profundo en la autoestima y las relaciones sociales. Sin embargo, pocos saben que su origen suele estar lejos de los dientes, y que cepillarse más o usar enjuagues con olor a menta no siempre es la solución definitiva.
El doctor Carlos Jaramillo, reconocido experto en nutrición, aborda este tema sin tapujos en un vídeo titulado “El mal aliento no se cura cepillándose. ¡Cúralo ya!”, donde explica las verdaderas causas de la halitosis y cómo ponerle fin. Su mensaje es que para eliminarla, hay que entenderla desde dentro. La halitosis no solo nace en la boca, sino también en el sistema digestivo, en los hábitos diarios y hasta en la forma en que se cuida la lengua.
1La halitosis y sus raíces invisibles
Uno de los grandes errores al tratar la halitosis es creer que basta con un cepillado más riguroso o un enjuague más potente. Pero, como explica el doctor Jaramillo, el origen del mal aliento es mucho más complejo. En la mayoría de los casos, las bacterias acumuladas en la lengua o entre los dientes generan compuestos sulfurosos que producen ese olor desagradable. Además, las amígdalas, el consumo de tabaco, la sequedad bucal o una digestión lenta pueden potenciar el problema.
La lengua, en particular, juega un papel clave. Su superficie rugosa se convierte en un refugio para millones de bacterias que, al no eliminarse correctamente, liberan gases malolientes. Por eso, la halitosis no se resuelve con cepillar los dientes cinco veces al día, sino con un enfoque más integral, que incluye limpiar la lengua, hidratarse bien, mantener una dieta equilibrada y visitar al dentista o al especialista cuando los síntomas persisten.





