Ozempic se ha convertido en uno de los fármacos más comentados del momento, no solo por su efecto sobre el peso, sino por las dudas que han surgido acerca de su relación con la salud del tiroides. En medio del uso creciente de este medicamento basado en semaglutida, distintas investigaciones han empezado a analizar si realmente existe un vínculo entre Ozempic y un mayor diagnóstico de cáncer tiroideo, algo que ha generado inquietud entre pacientes y profesionales.
Ozempic forma parte de los conocidos GLP-1, utilizados desde hace más de quince años en el tratamiento de la diabetes. Su eficacia está demostrada, pero su popularidad fuera del ámbito clínico ha despertado nuevas preguntas. Para entender mejor qué hay detrás de estos estudios, el endocrinólogo José Manuel Cucalón, miembro del Grupo de Endocrinología y Nutrición de la SEMG, aporta un análisis más riguroso sobre lo que se sabe y lo que aún no se puede afirmar con total seguridad.
1Ozempic y la sospecha sobre el tiroides
Cucalón explica que los estudios que relacionan Ozempic con un aumento en los diagnósticos de cáncer de tiroides deben interpretarse con cautela. En muchos casos, los pacientes que toman GLP-1 se someten a más ecografías, lo que aumenta la detección de nódulos benignos. El endocrinólogo recuerda que el estudio más mediático no es un ensayo clínico, sino un artículo informativo que podría exagerar algunos datos.
Aun así, admite que los GLP-1 como Ozempic actúan sobre órganos que producen hormonas, incluido el tiroides. Esa interacción podría generar alteraciones muy pequeñas, descritas como excepcionales. En la práctica, los efectos secundarios más frecuentes siguen siendo digestivos, como náuseas, gases, hinchazón o cambios en el tránsito intestinal, pero no problemas graves relacionados con el tiroides.






