La industria de la Defensa en Europa se encuentra en un punto de inflexión histórico. Impulsada por la geopolítica y el compromiso de los estados miembros con aumentar el gasto militar, se prevé una movilización de recursos sin precedentes. Sin embargo, la ambición de transformar este sector en un motor económico y tecnológico sostenible se enfrenta a un desafío estructural crítico: la falta de mano de obra cualificada.
La reciente mesa redonda sobre la «Industria de Defensa: La necesidad de mano de obra cualificada«, organizada por el Grupo Merca2, desveló la magnitud de esta brecha de talento. Los expertos coincidieron en que, si bien la inversión es la base, la capacidad para aprovecharla depende de la velocidad y la eficacia con la que España y Europa aborden una reforma educativa y de gestión de recursos humanos que ya no admite demoras.
800.000 MILLONES EN JUEGO
Borja Echegaray, miembro del Consejo de Dirección de Eurodefense España y jefe del área de empresas de la CEOE, fue el encargado de enmarcar la discusión en el contexto continental. Europa planea movilizar alrededor de 800.000 millones de euros en el corto y medio plazo para potenciar su industria de defensa. Esta cifra representa una oportunidad única para desarrollar una industria más cohesionada y propia, buscando convertir el mercado europeo en un mercado único de bienes de la defensa.
No obstante, la ambición europea se topa con debilidades estructurales sistémicas. Una de las más evidentes es la fragmentación industrial, que se traduce en una ineficiencia palpable. Hegaray señaló la incongruencia de un mercado que mantiene 20 modelos de tanques y 17 modelos de fragatas, en marcado contraste con los uno o dos que maneja Estados Unidos. Esta falta de economías de escala impacta directamente en la capacidad de competir globalmente.
A esta fragmentación se suma un significativo déficit de I+D e Innovación. La inversión en Investigación y Desarrollo (I+D) en defensa en Europa se sitúa en torno al 4%, una cifra notablemente inferior al impresionante 16% que destina Estados Unidos. Esta diferencia sustancial genera un «efecto negativo» en la capacidad de innovación. Paralelamente, la industria padece una profunda brecha de talento tecnológico, estimándose que el continente necesita urgentemente 300.000 expertos tecnológicos para cubrir las necesidades futuras del sector.
Otro freno significativo es el obstáculo regulatorio. Echegaray apuntó que la regulación excesiva, donde «Europa desgraciadamente es líder,» alarga los procesos de licitación en la industria armamentística hasta 24 meses más que en países como Estados Unidos o Corea del Sur, lo que califica como un «freno invisible» a la eficiencia. Finalmente, existe una peligrosa dependencia de suministros clave, ya que hasta el 70% de los componentes electrónicos y el 60% de las materias primas necesarias para la defensa provienen de fuera de la Unión Europea.
NEGOCIO DE ALTO RENDIMIENTO
A pesar de los desafíos continentales, la industria de defensa española se presenta como un actor «notable» con empresas destacadas. Su impacto en la economía nacional es innegable. En primer lugar, el sector se distingue por generar un empleo de alta calidad. La industria crea empleo directo y, a través de sus industrias subsidiarias, agrupa hasta 150.000 empleos. Además del volumen, la eficiencia económica es clave: por cada euro invertido, la industria genera un retorno de inversión (ROI) de entre dos y tres euros. Por último, el sector es fundamental por su valor tecnológico.
Se especializa en productos de alto valor tecnológico, promueve la innovación constante y mantiene una participación activa en grandes proyectos europeos estratégicos como el Futuro Avión de Combate (FCAS), el Eurodrón y el Eurofighter. Esta participación directa y constante en la vanguardia tecnológica europea es crucial, ya que «no se puede… no se puede perder ese tren» de los grandes proyectos.
La cuestión central de la mesa redonda se enfocó en cómo solventar la necesidad de más de 100.000 trabajadores adicionales que el sector requerirá solo en España. La respuesta, según los ponentes, pasa por un plan coordinado que aborde el problema desde la atracción de expertos, la formación profesional y la reinserción de talento militar.
La Urgencia de la Demanda: El Caso Indra
María del Carmen Moneva Montero, directora general de Recursos Humanos de Indra Group, ilustró el desafío con cifras concretas. El plan estratégico 2024-2026 de Indra prevé un crecimiento de 5.000 profesionales en España, a los que se han añadido 3.000 adicionales, con una necesidad clave de 2.000 ingenieros informáticos y 1.000 perfiles de Formación Profesional (FP) en ramas técnicas.
La competitividad por este talento es «alta». Para Indra, el principal motor de atracción es el atractivo de los proyectos en los que participa, como el FCAS. Sin embargo, el reto no solo es el talento joven (recién egresados), sino el perfil experto. La solución pasa por la transversalidad y el uso dual de la tecnología.
«Las fronteras entre los distintos negocios se desdibujan… estamos transversalizando nuestras capacidades de desarrollo… y las estamos poniendo al servicio de cualquiera de los negocios de la compañía con un foco muy especial… en el sector de defensa y seguridad.»
La demanda interna de la compañía es un reflejo del interés en el sector: ante el anuncio de una campaña específica para trabajar en el mundo de los drones, 600 profesionales internos se presentaron en tan solo dos horas. Para gestionar esta migración de talento interno, la clave es la formación continua: el reskilling y el upskilling de los profesionales.
El Disenso Académico y la Crisis de la Formación Profesional
Bernart Figueras, socio responsable de Strategy de Price Waterhouse Cooper (PwC), aportó una visión crítica sobre el desfase entre la oferta formativa y la demanda industrial, especialmente en las pequeñas y medianas empresas (PyMEs).
Si bien la Universidad Española produce un talento «magnífico» con posgrados y alto nivel académico, este perfil es a menudo demasiado teórico para la industria de la defensa. Figuera señaló que las grandes empresas tienen la capacidad y el tiempo para integrar y moldear a estos profesionales, pero el problema surge cuando se intenta que el gasto en defensa llegue a las PyMEs y startups.
«Nuestros clientes dicen: ‘Oye, yo no tengo ni la escala ni el tiempo ni la paciencia de fichar a un ingeniero con una calificación académica formidable pero que no ha puesto un remache en su vida’.»
El llamado es a la universidad para acercarse a perfiles «menos académicos, menos excelentes en lo teórico y más cercanos a lo que realmente necesita la industria».
El segundo gran problema de la mano de obra es la escasez de técnicos y operarios especializados. Figueras lamentó la «desaparición de carreras… como el ingeniero técnico» y del concepto de «aprendiz,» lo que ha creado un «gap» entre el súper-formado STEM y el fundamental operario de línea. El ponente lanzó una de las afirmaciones más impactantes de la jornada: «Yo clientes míos en Azuqueca de Henares, decíamos jocosamente que era más fácil contratar un astronauta que a un técnico de mantenimiento, porque es que no hay, créanme, es que no hay». La receta para mitigar esta escasez es «tomarse en serio de verdad la formación profesional» y flexibilizar las trayectorias profesionales, permitiendo «aprender en una empresa de verdad mientras se trabaja».
El Talento Desaprovechado: El Programa ‘Es tu fuerza’
Borja Echegaray presentó una iniciativa concreta para aprovechar un nicho de talento de alto valor: los militares que terminan su compromiso con las Fuerzas Armadas. Aproximadamente 3.000 militares (tropa y marinería) finalizan su servicio anualmente al cumplir 45 años. A través de la Fundación CEOE, se ha diseñado el proyecto «Es tu fuerza» para incorporar este talento a la empresa española. Aunque los perfiles son de distintos tipos (operadores, conductores), han adquirido valiosas soft skills como liderazgo, puntualidad y disciplina, que son altamente aprovechables en el ámbito empresarial. El desafío aquí es «ajustar las capacidades» de estos militares con las necesidades específicas del sector empresarial, desde el transporte hasta la digitalización.

UN ECOSISTEMA PARA LA INNOVACIÓN
El sector de la defensa, para ser sostenible, requiere de un amplio ecosistema. En este sentido, se destacó la necesidad de que la inversión llegue más allá de las grandes empresas tractoras.
La estrategia debe apoyarse en grandes proyectos «bandera» de actualización y renovación de los ejércitos españoles, entendidos como focos de atracción de PyMEs y startups. Para el Ejército de Tierra, la iniciativa de la Base Logística Córdoba fue destacada por la CEOE por su impacto en el tejido empresarial local y el empleo. En el ámbito de la Armada, el concepto de Arsenal Inteligente y Buque Autónomo busca acercar el «resto del tejido productivo español» a la oportunidad de modernización naval. Finalmente, para el Ejército del Aire, el proyecto BAXI (Base Aérea Conectada Sostenible Inteligente) engloba las necesidades de todas las bases en áreas como energía, economía circular y ciberseguridad, generando oportunidades directas para PyMEs y startups.
María del Carmen Moneva complementó esta visión al señalar la colaboración activa de Indra con más de 600 empresas españolas (PyMEs, startups, universidades y centros de investigación) para desarrollar tecnología nacional. El objetivo es claro: crear un ecosistema nacional con capacidades tecnológicas propias. Además, se enfatizó la necesidad de colaboración con las autoridades de educación a nivel autonómico y central para que los conocimientos necesarios por la industria se conviertan «lo antes posible en titulaciones oficiales regladas».
COLABORACIÓN INMEDIATA DE CARA AL FUTURO
La mesa redonda dibujó un panorama de inmensas oportunidades para la industria de defensa española, con el potencial de ser un motor de riqueza y empleo de alto valor añadido. Sin embargo, la materialización de este potencial pende de un hilo delgado: la capacidad de cerrar rápidamente la brecha de talento.
La solución requiere un esfuerzo coordinado y ágil por parte de todos los actores. El sector empresarial debe seguir transversalizando capacidades y ser un socio activo de las instituciones educativas. Las autoridades deben flexibilizar los currículos académicos y dotar de estatus prioritario a la Formación Profesional y las carreras técnicas. Y finalmente, la sociedad debe revalorizar el talento práctico y la experiencia adquirida en el servicio militar.
Si España logra alinear su impulso inversor con una estrategia de talento igualmente ambiciosa, podrá consolidarse como una potencia tecnológica y de defensa en Europa, capturando el valor añadido de una demanda que, tras años de languidez, ha experimentado un «punto de inflexión exponencial». La hora de la acción es ahora, antes de que la falta de un operario de línea o un ingeniero experto estrangule el desarrollo de los grandes proyectos nacionales.







