Galicia guarda secretos que solo se revelan a quienes saben detenerse y mirar con calma. En esta tierra donde los caminos se entrelazan con la memoria y los paisajes parecen escritos en verso, hay rincones que sorprenden incluso a quienes la han recorrido una y otra vez. Galicia tiene esa manera suya de mezclar historia, naturaleza y poesía sin forzar nada, como si cada piedra y cada colina supiera que forma parte de un relato más grande. Y entre esos lugares que invitan a descubrir su esencia aparece un pequeño pueblo cuyo corazón late al ritmo del pasado.
Ese latido se siente con más fuerza cuando uno atraviesa los parajes del este de A Coruña, un territorio que ejemplifica la identidad profunda de Galicia. Aquí, donde Rosalía de Castro habría encontrado la calma que inspiró su verso sobre caminos inciertos, las aldeas, los ríos y los bosques parecen abrazar al viajero. No es solo el paisaje lo que sorprende, sino la manera en la que Galicia conserva tesoros que siguen iluminando su historia. En Melide, ese resplandor se manifiesta en un cruceiro único, el más antiguo de toda Galicia, y en una serie de rincones que invitan a detenerse con respeto y curiosidad.
2Un casco histórico que celebra el pasado y lo mantiene vivo
A apenas unos pasos del cruceiro, Galicia vuelve a mostrarse en capas superpuestas de historia. En la Rúa de San Roque se levanta la Capilla de San Roque, construida en 1949 pero enriquecida con materiales procedentes de antiguas iglesias medievales. Esa mezcla de tiempos y estilos es parte de la esencia de Galicia, siempre dispuesta a rescatar y preservar lo que ha sido importante para sus comunidades.
Continuar hacia la Plaza del Convento es adentrarse en un recorrido por el patrimonio melidense. La Iglesia de Sancti Spíritus conserva vestigios del antiguo convento franciscano y dentro guarda un órgano del siglo XVIII, dos sepulcros góticos y un retablo barroco que habla de épocas de esplendor. Cerca se levanta la Obra Pía de San Antonio, fundada en 1671, un edificio barroco que fue refugio espiritual y orfanato antes de convertirse en sede del Ayuntamiento. Cada uno de estos espacios demuestra cómo Galicia ha sabido honrar su pasado sin perder de vista su futuro.






