Rosa Tugores, alimentación macrobiótica: «Un consumo excesivo de proteínas y grasas animales puede llevar a problemas serios de salud»

Actualmente se habla mucho de la proteína y de la necesidad de su consumo para llegar a un requerimiento y fortalecer el músculo. Sin embargo, consumirla en exceso tampoco es bueno, y una experta en alimentación macrobiótica nos explica el por qué.

La alimentación macrobiótica siempre ha sido una voz disonante en medio de las tendencias que van y vienen en el mundo de la nutrición. Mientras la conversación pública se llena de obsesiones por la proteína, por los suplementos y por la promesa de cuerpos esculpidos a cualquier costo, esta filosofía propone una mirada más equilibrada, menos impulsiva y mucho más consciente. En el video de Rosa Tugores, esa perspectiva se hace evidente desde el primer minuto, cuando cuestiona la idea de que “más es mejor” y recuerda que el cuerpo también tiene límites que merecen respeto.

Y es que la alimentación macrobiótica no solo habla de lo que comemos, sino de cómo tratamos a nuestro organismo. Tugores explica que el exceso de proteínas, sobre todo las de origen animal, no se queda sin consecuencias. El hígado y los riñones, encargados de procesar y depurar lo que ingerimos, pueden verse sobrecargados hasta provocar un estado de acidosis interna difícil de manejar. Lo que dice, más que alarmista, es un llamado a recuperar el sentido común en un momento en el que la proteína parece haberse convertido en una especie de fetiche nutricional.

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La alimentación macrobiótica acaba con muchos mitos

“El cuerpo elimina lo que no necesita”. Fuente: Freepik
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Hacia el final del video, Rosa Tugores introduce el concepto de la “poza de aminoácidos”, una especie de depósito interno donde el cuerpo almacena temporalmente los bloques que necesita para regenerar tejidos. Desde la visión de la alimentación macrobiótica, este mecanismo explica por qué consumir más del 20% de proteínas en la dieta no ofrece beneficios reales. El cuerpo toma lo que requiere y destruye el resto, sin convertirlo mágicamente en músculo o energía duradera.

Ese punto desmonta uno de los mitos más persistentes en la cultura actual del fitness, en donde se llega a la conclusión de que no es cierto que añadir más y más proteína sea siempre mejor. Con la lente de la alimentación macrobiótica, se concluye que lo que no se usa, se desecha, y ese proceso tiene un costo metabólico que tampoco conviene ignorar. Tugores trae un recordatorio de que escuchar al cuerpo sigue siendo una herramienta más valiosa que cualquier moda nutricional, sobre todo cuando se busca una salud que pueda sostenerse en el tiempo.

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