Ana Ibáñez (44 años), neurocientífica: «El cerebro con TDAH no tiene menos atención, sino más atención de la que puede manejar a la vez»

Muchas veces se cree que aquellas personas con TDAH tienen menos atención de la normalmente debería tener una persona normal, y una experta neurocientífica nos explica que no es así, antes por el contrario, estas personas captan más atención de la normal y no pueden manejarla toda al mismo tiempo.

El TDAH se ha convertido en uno de los temas más debatidos en neurociencia y educación, en parte porque aún persisten ideas simplificadas que no reflejan la complejidad real del trastorno. Muchas personas siguen creyendo que la falta de atención es su rasgo principal, cuando en realidad los estudios apuntan a un funcionamiento cerebral muy diferente. En una reciente intervención, la neurocientífica Ana Ibáñez propone una mirada más amplia y compasiva, explicando que estas mentes no funcionan peor, sino de otra manera. Su planteamiento invita a abandonar el lenguaje del déficit y a entender qué ocurre realmente dentro de estos cerebros tan sensibles y repletos de estímulos.

Este enfoque supone un respiro para quienes conviven con el TDAH, ya sea en primera persona o desde el entorno familiar. Ibáñez sostiene que estas mentes captan más información simultánea de la que pueden procesar y que la dificultad aparece cuando el mundo les exige filtrar y priorizar como lo haría un cerebro neurotípico. En lugar de forzar ese molde, la experta propone estrategias prácticas y realistas que permiten canalizar esa energía mental sin sofocar su creatividad ni su rapidez. La clave está en dejar de interpretar la dispersión como un fallo y empezar a verla como una característica que puede gestionarse con amabilidad y técnica.

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Una nueva mirada al cerebro con TDAH

“Exceso de estímulos a la vez”. Fuente: Freepik

Según Ibáñez, el TDAH no implica una falta de atención, sino más bien un exceso de estímulos que entran a la vez y saturan el sistema. Son cerebros hiperconectados, curiosos, rápidos, que saltan entre ideas porque perciben demasiado y muy intensamente. Esta visión rompe con el estigma del desorden y lo sustituye por una explicación que encaja con la experiencia de muchas personas que viven con esta condición. Sentir que el pensamiento va a gran velocidad no es un signo de incapacidad, sino el indicio de un cerebro que procesa de forma distinta la realidad.

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La neurocientífica subraya además que esta sensibilidad mental tiene un lado luminoso, con mayor capacidad creativa, intuición rápida y pensamiento divergente. Sin embargo, cuando el entorno exige silencio, linealidad o atención prolongada, el TDAH se manifiesta como dispersión o bloqueo. Por ello, Ibáñez insiste en que comprender este funcionamiento es fundamental para evitar tratamientos o actitudes centradas en reprimir la esencia del individuo. El acompañamiento comienza reconociendo la naturaleza de estas mentes, no luchando contra ellas.

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