Nazareth Castellanos (48 años)​, neurocientífica, te enseña a reprogramar tu cerebro

Aunque creemos que el cerebro es el que siempre da órdenes al cuerpo, una experta neurocientífica nos explica que no siempre es así, y que muchas veces depende de nuestro cuerpo la forma de actuar del cerebro.

El cerebro se ha convertido en uno de los grandes protagonistas de la divulgación científica moderna, no solo por su complejidad, sino por la creciente evidencia de que podemos influir en su funcionamiento de formas mucho más sencillas de lo que imaginábamos. Cada vez más personas buscan métodos accesibles para mejorar su concentración, gestionar mejor el estrés y cultivar una mente más clara. En este escenario, la neurocientífica Nazareth Castellanos, con años de investigación a sus espaldas, ha logrado traducir conceptos académicos en herramientas prácticas que cualquier persona puede aplicar sin necesidad de tecnología ni terapias complicadas.

En una charla reciente, Castellanos explica que el gran aliado de nuestra salud mental no siempre está en la mente misma, sino en lo que hacemos con nuestro cuerpo. La postura, la respiración, e incluso la forma en que caminamos envían señales constantes hacia el cerebro, modulando cómo pensamos y cómo sentimos. La investigadora sostiene que cuando dejamos de ver a la mente como un ente aislado y empezamos a relacionarla con la actividad corporal, se abre una puerta enorme a la transformación personal. Y para demostrarlo, comparte una serie de ejercicios cotidianos que, gracias a la neuroplasticidad, ayudan a “reprogramar” patrones mentales.

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El cuerpo como puerta de entrada al cerebro

“La postura le da una señal a la mente”. Fuente: Freepik

Castellanos insiste en que gran parte de lo que ocurre en el cerebro nace antes en el cuerpo. No es solo que la mente controle a los músculos; es que los músculos, la respiración y el movimiento también moldean la mente. De hecho, explica que la mayor parte de las señales viajan desde el cuerpo hacia arriba, condicionando estados como la calma, la atención o el estrés. Por eso, algo tan básico como la postura puede desencadenar un cambio profundo; por ejemplo, un pecho hundido o una respiración entrecortada envían mensajes de alerta, mientras que una postura abierta y una respiración lenta activan circuitos asociados con el bienestar.

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En este punto, la neurocientífica desmonta uno de los grandes mitos contemporáneos, y es que para cambiar la mente hay que pensar diferente. Según ella, muchas veces el camino más efectivo es el contrario. Si buscamos concentración, estabilidad emocional o un mejor recuerdo de las cosas, podemos empezar moviendo el cuerpo de forma concreta. Caminar con atención, por ejemplo, activa áreas relacionadas con la memoria espacial y la planificación, mientras que la respiración consciente influye de inmediato en la actividad del sistema nervioso autónomo, modulando cómo responde el cerebro ante situaciones de tensión.

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