El cerebro se ha convertido en uno de los grandes protagonistas de la divulgación científica moderna, no solo por su complejidad, sino por la creciente evidencia de que podemos influir en su funcionamiento de formas mucho más sencillas de lo que imaginábamos. Cada vez más personas buscan métodos accesibles para mejorar su concentración, gestionar mejor el estrés y cultivar una mente más clara. En este escenario, la neurocientífica Nazareth Castellanos, con años de investigación a sus espaldas, ha logrado traducir conceptos académicos en herramientas prácticas que cualquier persona puede aplicar sin necesidad de tecnología ni terapias complicadas.
En una charla reciente, Castellanos explica que el gran aliado de nuestra salud mental no siempre está en la mente misma, sino en lo que hacemos con nuestro cuerpo. La postura, la respiración, e incluso la forma en que caminamos envían señales constantes hacia el cerebro, modulando cómo pensamos y cómo sentimos. La investigadora sostiene que cuando dejamos de ver a la mente como un ente aislado y empezamos a relacionarla con la actividad corporal, se abre una puerta enorme a la transformación personal. Y para demostrarlo, comparte una serie de ejercicios cotidianos que, gracias a la neuroplasticidad, ayudan a “reprogramar” patrones mentales.
2Cinco prácticas que transforman la mente a través del cuerpo
La especialista propone cinco ejercicios sencillos, basados en evidencia científica, que sirven para influir positivamente en el cerebro sin necesidad de grandes cambios de rutina. Uno de ellos es la respiración consciente, que regula la actividad de la amígdala, el centro cerebral que gestiona las emociones intensas. Otro ejercicio consiste en caminar prestando atención a cada paso, lo que ayuda a entrenar la presencia y fortalece circuitos asociados a la atención sostenida. Aunque puedan parecer prácticas simples, Castellanos insiste en que su impacto acumulativo es notable cuando se realizan de manera cotidiana.
Además, menciona técnicas relacionadas con la postura, la relajación muscular y el equilibrio, cada una diseñada para estimular regiones específicas de el cerebro. Estas prácticas funcionan como pequeños recordatorios de que la mente no se controla solo desde lo mental. La neuroplasticidad, que es la capacidad del cerebro para reorganizarse, se activa con cada gesto, y por eso estas herramientas cotidianas tienen tanto potencial.






