La neurona es un universo diminuto que rara vez vemos, aunque determina casi todo lo que somos. No importa si hablamos de deporte de élite, de vida cotidiana o de esos momentos en los que la mente parece caminar más rápido que el propio cuerpo. En la conversación con la neurocientífica Sandra Rossi, queda claro que entender cómo funciona la neurona es abrir una ventana a los mecanismos reales que sostienen la voluntad, la disciplina y la estabilidad emocional. No desde el misterio, sino desde la ciencia que explica por qué algunas personas logran rendir bajo presión y otras se quiebran en el instante menos esperado.
Rossi insiste en que su importancia reside en la capacidad de conectarse, sincronizarse y trabajar en armonía con miles de millones de compañeras. Esa interacción es la que da forma al pensamiento, a la concentración, al movimiento y a la toma de decisiones. En el podcast “La Fórmula”, la especialista repasa cómo el entrenamiento mental modifica físicamente el cerebro, especialmente en la corteza cingulada anterior, y cómo esos cambios pueden transformarse en ventajas reales para un atleta o para cualquier persona que enfrente desafíos diarios.
1El lugar donde la voluntad se vuelve biología
Rossi explica que el entrenamiento mental no es una metáfora ni un recurso motivacional, sino un proceso que modifica la neurona y altera la forma en que el cerebro responde a la presión. Cuando un deportista trabaja su foco, su capacidad de inhibir impulsos o su tolerancia a la incomodidad, está literalmente remodelando sus circuitos. La neuroplasticidad deja huellas visibles que mejoran el rendimiento porque la corteza cingulada anterior se vuelve más eficiente para filtrar distracciones y evaluar decisiones.
Pero este fenómeno no pertenece únicamente al mundo deportivo, ya que cualquiera puede beneficiarse de esa misma reorganización neuronal. Desde una persona que intenta concentrarse en medio del caos hasta quien necesita sostener rutinas exigentes, la neurona responde al entrenamiento igual que lo haría un músculo. Repetición, intención y coherencia son los factores que fortalecen esos circuitos, y Rossi lo plantea con una naturalidad que acerca la neurociencia al día a día sin tecnicismos innecesarios.






