Lo que hace el hierro en tu digestión y por qué deberías saberlo antes de suplementarte

El hierro es muy importante y cuando hace falta en el cuerpo lo normal es suplementarlo, sin embargo, hay algunas cosas que debes saber antes de tomar esta suplementación.

El hierro es una de esas sustancias que damos por sentadas hasta que un análisis nos dice que falta, y aunque puede que no lo veamos ni lo sintamos directamente, su papel es tan decisivo que cuando los niveles bajan el cuerpo entero lo nota. Es ahí cuando aparece un cansancio que no se quita con dormir, una sensación de debilidad que desconcierta y, en algunos casos, incluso el curioso antojo de comer hielo. Entender qué ocurre con el hierro, por qué lo necesitamos y qué pasa cuando recurrimos a suplementos, es fundamental antes de tomar cualquier decisión apresurada.

En España, la anemia por déficit de hierro afecta a miles de personas y no siempre por los mismos motivos. Aunque la pérdida de sangre es la causa más habitual, no es la única. La dieta, el embarazo, la lactancia, el crecimiento infantil o ciertas enfermedades crónicas también influyen. Por eso, cuando falta el hierro, la fatiga aparece como un aviso claro pero no el único, ya que también pueden presentarse mareos, piel pálida o dificultades para respirar. Y, sin embargo, la solución más habitual, que son los suplementos, lleva consigo efectos que afectan directamente al sistema digestivo y que conviene conocer de antemano.

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Cómo influye el hierro en la energía y en la absorción del organismo

“La falta de hierro genera cansancio”. Fuente: Freepik

Cuando el hierro no alcanza niveles suficientes, el cuerpo no puede producir la cantidad necesaria de hemoglobina, esa proteína encargada de transportar oxígeno dentro de los glóbulos rojos. Es ahí donde se origina el cansancio profundo que caracteriza a la anemia. No se trata de estar “agotado”, sino de que cada célula recibe menos oxígeno del que necesita para funcionar con normalidad. Esta falta puede deberse, como explican los especialistas, a pérdidas de sangre, mala absorción o una ingesta insuficiente.

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Pero detectar la carencia no siempre es sencillo, ya que hay personas que arrastran síntomas durante meses sin imaginar que tienen un déficit de hierro. Cuando finalmente aparece el diagnóstico, la suplementación se convierte en la vía más rápida para recuperar los niveles adecuados. Aun así, no es un proceso automático, porque la forma en que el cuerpo absorbe este mineral depende de muchos factores, desde la alimentación hasta el estado del sistema digestivo.

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