El Partido Popular encara el nuevo ciclo autonómico con una estrategia fragmentada. Mientras el secretario general del partido Miguel Tellado insiste en un mensaje nacionalizado, centrado en presentar las autonómicas de Extremadura, Castilla y León y Andalucía como un plebiscito contra Pedro Sánchez, sus tres barones prefieren bajar el volumen estatal y hacer campaña con un perfil marcadamente local.
El ruido de la política nacional no les beneficia: Alberto Núñez Feijóo atraviesa turbulencias con sondeos que dibujan una tendencia descendente y un desgaste que inquieta al partido.
Ante ese panorama, Guardiola, Mañueco y Moreno intentarán que la marca PP no eclipse sus propias dinámicas territoriales. Esa divergencia entre la dirección nacional y los líderes autonómicos se produce en un contexto donde La Moncloa ha activado su maquinaria electoral.
Pedro Sánchez ha pedido a los suyos disciplina, presencia en la calle y capacidad para explotar cualquier grieta de gestión del PP.
GIRO
En el PSOE reconocen que los barómetros internos no son buenos, aunque se han estabilizado tras el impacto inicial del caso Koldo. El deterioro es evidente, pero no irreversible, repiten en La Moncloa, donde creen que la polarización con el PP puede reactivar a su electorado.
La estrategia pasa por elevar el perfil de María Jesús Montero en Andalucía y de Carlos Martínez en Castilla y León, mientras el equipo de Pedro Sánchez se brega por contener el desgaste nacional. En Génova, en cambio, se observa con preocupación cómo la figura de Feijóo pierde tracción.

Ninguno está dispuesto a diluirse en un relato estatal que consideran demasiado áspero y poco rentable.
DUDAS
La designación de Carlos Martínez por parte del PSOE ha introducido un factor de incertidumbre que no existía hace unos meses. Los socialistas creen que el alcalde de Soria puede captar voto rural moderado y apuntalar su discurso de “estabilidad seria”, aunque en Ferraz reconocen que necesita ampliar su radio de acción más allá de la provincia.
Mañueco, consciente de que los incendios forestales y la trama eólica han erosionado su gestión, intenta mostrarse como un presidente que ha mantenido la calma institucional frente al “ruido de Madrid”. Su entorno admite que un exceso de presencia de Feijóo en campaña podría perjudicarle: la marca nacional está sometida a desgaste, y Mañueco quiere evitar que su mensaje local se diluya en una confrontación estatal.
ANDALUCÍA
El presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, continúa siendo el barón más sólido del PP, pero su aura de invulnerabilidad ha recibido un golpe con el escándalo del programa de cribado del cáncer de mama y la presunta corrupción focalizada en Almería.
Moreno intenta gestionar el caso desde la contención. Pero el PSOE andaluz, bajo el impulso de María Jesús Montero, ha decidido convertir la sanidad en el eje de su ofensiva. Si la participación progresista repunta, la subida de Vox se consolida y la imagen de Moreno se resiente, el PP podría ver cómo su cómoda mayoría absoluta se ajusta.
Aquí también se percibe una estrategia de distanciamiento del líder nacional. Moreno, centrado en su perfil institucional, no quiere que su campaña quede opacada por la batalla estatal entre Sánchez y Feijóo. Su objetivo es que los andaluces juzguen su gestión, no la coyuntura nacional.
DUDAS DE GUARDIOLA
La primera prueba llegará en Extremadura. María Guardiola anunció su adelanto electoral para el 21 de diciembre alegando que no podía aprobar los presupuestos. El argumento no convence a todos: en el PP muchos recuerdan que Jorge Azcón tampoco ha sacado adelante las cuentas en Aragón y no ha convocado elecciones.
La oposición cree que Guardiola quiere colocarse una meta volante en un momento que podría perjudicar al PSOE, que atraviesa dificultades en la región. Sin embargo, eso no significa que Guardiola vaya a lograr la mayoría que ansía. La batalla política en torno a la central nuclear de Almaraz —cuya posible prórroga ha tensionado tanto a socialistas como a populares— amenaza con desordenar el tablero.
El PSOE, liderado por Miguel Ángel Gallardo, confía en su capilaridad territorial y en la amplia red de alcaldías. La Moncloa prevé volcarse: más presencia de ministros, actos rurales y mensajes económicos muy localizados. En privado, fuentes socialistas reconocen que la región no es un territorio fácil.
El caso del hermano de David Sánchez ha introducido ruido adicional. Pero en Presidencia creen que el efecto será limitado si la campaña se localiza y si Guardiola aparece demasiado alineada con el discurso duro de Tellado.
Tres campañas, un mismo dilema Guardiola, Mañueco y Moreno avanzan hacia las urnas intentando frenar lo que en el PP ya llaman la «contaminación Feijóo»: el riesgo de que las autonomías paguen el desgaste nacional del partido.






