El Mediterráneo Francés siempre ha tenido una forma distinta de vivir la Navidad, una que se aleja de los clichés invernales que solemos imaginar cuando pensamos en estas fechas. Aquí no manda la nieve ni el chocolate espeso ni las plazas congeladas que parecen sacadas de una postal alpina, sino una estética luminosa, suave y muy propia del sur. Es un territorio que mantiene intacta su personalidad incluso en diciembre, ofreciendo una Navidad colorida, cálida y sorprendente que funciona como una escapada perfecta para quienes buscan algo diferente sin alejarse demasiado de casa.
Viajar hasta el Mediterráneo Francés es más sencillo de lo que parece gracias al AVE directo desde España, que convierte esta experiencia en un salto corto hacia otra sensibilidad. En lugar de repetir fórmulas, este rincón del sur de Francia despliega varios destinos que funcionan prácticamente como formas distintas de sentir la Navidad: Perpiñán como capital vibrante; Perpignan Méditerranée como territorio amplio y diverso; y Canet-en-Roussillon con sus luces junto al puerto.
1Perpiñán, el centro del mundo de la navidad en el Mediterráneo
Dalí proclamó que Perpiñán era “el centro del mundo”, y lo cierto es que cuando uno llega en AVE y sale a sus calles iluminadas, entiende por qué esa frase sigue resonando. El centro se transforma desde el 28 de noviembre con casetas de madera bajo los plataneros del Quai Sébastien Vauban y la plaza Gabriel Peri, donde la luz se refleja en el agua mientras los niños giran en la noria y el tiovivo ‘Sapin de Noël’. Todo conduce a la plaza de la Victoire, que a las siete de la tarde se convierte en faro navideño con un espectáculo de color y fuegos artificiales que marca el inicio de las celebraciones.
La agenda no se queda corta, pues hay belenes artesanales en la Loge de Mer, un desfile enorme el 6 de diciembre, y el 20, un concierto especial en la catedral que llena la ciudad de música. Al día siguiente, los villancicos toman el centro. Perpiñán mezcla su tradición francesa con un ADN muy catalán que sigue vivo en costumbres como el Tió de Nadal o la Pastoral de Mossèn Bonafont, dando forma a una Navidad híbrida, cálida y profundamente mediterránea.






