Todas las supersticiones de Pablo Motos explicadas por él mismo en ‘El Hormiguero’

Pablo Motos dejó ver en ‘El Hormiguero’ una de esas versiones de sí mismo que pocas veces muestra. El presentador habló de pequeños rituales que hace para sentirse en equilibrio antes de entrar en directo.

Pablo Motos siempre ha sido un personaje transparente en lo que le conviene, pero anoche en ‘El Hormiguero’ dejó ver una faceta que pocas veces muestra, la de sus supersticiones más íntimas. Lo hizo casi sin pretenderlo, animado por la visita de Álex Márquez, que abrió la puerta a una conversación espontánea y muy humana. Pablo Motos aprovechó ese momento de cercanía para contar, sin demasiada solemnidad pero con una sinceridad que sorprendió incluso a su invitado, todos esos pequeños rituales que lo acompañan antes de salir al plató después de veinte años de directo.

En esa charla casi improvisada, Pablo Motos relató con naturalidad que cada detalle de su rutina tiene un sentido para él. Desde beberse el agua que queda en la botella que su equipo usa para llenar su taza hasta romper el tapón de inmediato como un gesto casi liberador. Contó también lo de tocar una pequeña grapa en la puerta del estudio, un acto aparentemente insignificante pero que, para él, se ha convertido en un talismán diario. Y, como si hiciera falta un último empujón, explicó que cada día recita unas frases que lo colocan en la frecuencia correcta y termina con un soplido fuerte para espantar cualquier mala vibración que pudiera haberse colado en su camino hacia el directo.

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Para Pablo Motos la salud es una brújula y el cerebro es el motor

“La primeras horas del día son las más importantes”. Fuente: Antena 3

En esas primeras horas del día, Pablo Motos no negocia. Es su tiempo, su espacio y su forma de mantenerse en pie en un formato televisivo que exige lo mejor de él todos los días. Habla de su cerebro con la naturalidad de quien entiende que su trabajo depende, en gran parte, de la agilidad mental, la creatividad y la capacidad de improvisación. Entrena para estar más despejado, para tomar decisiones más rápido, para que el humor fluya y las ideas aparezcan cuando más las necesita. Asegura que, después de hacer ejercicio, piensa mejor y está de mejor humor, algo que cualquiera que lo haya visto en directo podría confirmar sin dificultad.

Ese vínculo entre cuerpo y mente es, para él, irrenunciable. Lo explica sin tecnicismos, como quien habla desde la experiencia y no desde la teoría. Y quizá por eso suena tan convincente. Dice que su patrimonio está en su cerebro, que necesita pensar bien, que no se puede permitir llegar al programa sin esa claridad que solo obtiene después de cuidar su salud. Aunque suene disciplinado, él lo vive como una especie de autocariño, una forma de recordarse cada día que, sin ese equilibrio, ningún programa tendría sentido.

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