Los pies diabéticos son una de esas realidades silenciosas que a menudo pasan desapercibidas hasta que aparece una señal de alarma. En España hay más de cinco millones de personas viviendo con diabetes y, aunque solemos pensar en ella como una cuestión únicamente relacionada con el azúcar, sus consecuencias van mucho más allá. Los pies diabéticos se convierten en uno de los puntos más vulnerables porque la enfermedad altera la sensibilidad, la circulación y la capacidad de cicatrización, generando un terreno frágil donde una herida mínima puede convertirse en un problema serio si no se detecta a tiempo.
Hablar de los pies diabéticos es hablar también de cómo la diabetes afecta a la vida cotidiana, a los pequeños gestos, a ese simple hecho de caminar sin pensar en lo que ocurre debajo de cada paso. Según las cifras cada año se diagnostican miles de casos nuevos y muchos se complican por la combinación de neuropatía y mala circulación. Cuando el cuerpo pierde parte de su capacidad para sentir o para llevar sangre suficiente a las extremidades, cualquier herida puede tardar demasiado en cerrar o incluso infectarse, y ahí empieza un camino que nadie desea recorrer. Por eso, los podólogos insisten tanto en la prevención, porque es mucho más efectiva que llegar tarde.
2Cómo reconocer a tiempo los signos de alarma en los pies diabéticos
Los pies diabéticos suelen enviar señales antes de que la situación se agrave. Los expertos describen síntomas como hormigueo, falta de sensibilidad, enrojecimiento, calor en la zona o una sequedad excesiva que puede llevar a grietas. En los casos más avanzados aparecen heridas que tardan demasiado en curarse o incluso deformidades progresivas en los dedos y el arco del pie. Son avisos claros de que algo no va bien y de que es momento de consultar a un podólogo especializado antes de que la lesión avance.
El gran problema es que la neuropatía oculta el dolor, así que muchos pacientes creen que “no es tan grave” o que “ya se curará solo”. Es justo lo contrario, pues una herida mínima puede convertirse en una úlcera compleja si no se atiende rápido. Por eso los profesionales recomiendan revisar los pies a diario, observar cambios en el color, la temperatura o la piel, y no ignorar ninguna alteración por pequeña que parezca. En el caso de los pies diabéticos, la rapidez puede marcar la diferencia.






