Las patatas bravas siempre han sido un pequeño orgullo de la cocina española, ese plato que aparece en cualquier bar y que, aun siendo tan sencillo, tiene el poder de salvar una reunión improvisada. Quien las prepara bien sabe que no se trata solo de cortar y freír, sino de darles ese punto de sabor que hace que la gente pregunte cómo las has hecho. Por eso las patatas bravas siguen siendo un clásico eterno, porque cada bocado tiene algo familiar, pero también deja espacio para la sorpresa.
Y cuando alguien decide prepararlas en casa, descubre que las patatas bravas no son complicadas; lo que necesitan es un poco de orden, buenos ingredientes y una salsa que realmente tenga carácter. Esta versión fácil no pretende competir con las de un bar mítico, pero sí busca que puedas hacerlas sin estrés, disfrutando el proceso y logrando ese efecto irresistible que hace que tus invitados quieran repetir.
1Ingredientes para triunfar con unas patatas bravas
Debes tener a mano patatas bravas de buena calidad, preferiblemente patatas firmes que no se deshagan al freírlas. Tienes que reunir además un buen aceite de oliva, pimentón picante o dulce según tu gusto, ajo, cebolla, tomate triturado y un poco de caldo. No olvides la sal y, si quieres darles un toque especial, una pizca de comino o de pimentón ahumado. La clave está en no improvisar a última hora, sino en medir lo básico para que la salsa quede equilibrada.
También debes preparar un pequeño espacio de trabajo donde puedas moverte sin interrupciones. Asegúrate de tener un sartén amplio, un cazo para la salsa y un colador si vas a darles un golpe de fritura doble. Cuando tienes todo organizado, hacer patatas bravas se vuelve un proceso fluido, casi automático, donde cada paso te lleva al siguiente sin complicaciones.





