El vapeo se ha convertido en una práctica habitual entre jóvenes y adultos que buscan alternativas al cigarrillo tradicional, aunque todavía se desconoce con claridad qué consecuencias reales puede tener a medio y largo plazo. Muchos lo ven como un gesto más limpio, moderno y aparentemente menos dañino, pero los especialistas recuerdan que la nicotina sigue siendo un componente central y que la dependencia que genera puede ser incluso mayor debido a la frecuencia con la que se utiliza.
El vapeo también se ha consolidado como una puerta de entrada para quienes nunca habían fumado y sienten curiosidad por el ritual social del vapor, una tendencia que preocupa porque normaliza un hábito que no es inocuo. La ausencia de datos concluyentes no significa ausencia de riesgo y es ahí donde los expertos insisten en mantener la cautela, especialmente cuando el consumo se convierte en rutina diaria.
3La abstinencia que provoca al intentar dejarlo
Cuando una persona decide abandonar el vapeo, el cuerpo reacciona de forma inmediata a la falta de nicotina y aparecen síntomas que pueden ser más intensos de lo que se suele pensar. Muchos describen noches de sueño interrumpido, irritabilidad creciente y dificultades para concentrarse, un cuadro que lleva a algunos a recaer o incluso regresar al tabaco buscando una sensación de alivio que solo perpetúa el ciclo de dependencia.
También aparece un cansancio generalizado combinado con un aumento notable del apetito, lo que sumado a la ansiedad hace que el proceso sea especialmente desafiante y requiera apoyo o, al menos, una estrategia clara para no volver al consumo. Por ello, los especialistas recomiendan reducir gradualmente la nicotina del e-líquido, espaciar las inhalaciones y mantener la vista puesta en el objetivo final, que es liberarse de una adicción que, aunque se presente envuelta en vapor y saborizantes, sigue teniendo un impacto profundo en el organismo.






