Doctor Marc Milstein: «el deterioro cognitivo severo no tiene por qué ser una consecuencia directa de la edad»

El doctor Marc Milstein nos insiste que el deterioro cognitivo severo no es un peaje inevitable de la edad, sino un proceso que puede frenarse, e incluso revertirse, con hábitos cotidianos que mantienen al cerebro activo, limpio y sorprendentemente joven.

El deterioro cognitivo se ha convertido en una de esas sombras que muchas personas sienten que se acerca inevitablemente con el paso de los años. Durante décadas hemos convivido con la idea de que, a cierta edad, la memoria se vuelve más frágil, la concentración se dispersa y el cerebro comienza a perder agilidad. Esa sensación de caída progresiva está tan extendida que casi nadie se cuestiona si realmente ocurre siempre así o si, en realidad, hay un margen mucho mayor para intervenir. Y ahí es donde entra en escena la voz del doctor Marc Milstein, que lleva años estudiando cómo envejece el cerebro y qué podemos hacer para frenarlo.

Porque el deterioro cognitivo, tal y como insiste Milstein, no es un destino inamovible ni una consecuencia automática del cumpleaños que marca el calendario. El investigador habla de un cerebro que puede cuidarse, fortalecerse y mantenerse joven con una combinación de hábitos sencillos, sostenidos y profundamente humanos. Sus propuestas van mucho más allá de los tópicos de los crucigramas o los juegos mentales y se adentran en un terreno más amplio, donde el estilo de vida pesa tanto o más que la genética.

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Hábitos para evitar el deterioro cognitivo que suman más que la genética

“Priorizar el sueño es vital”. Fuente: Freepik

A medida que se profundiza en su trabajo, aparece la idea de que la genética no es nuestra sentencia. Milstein recuerda que el estilo de vida puede pesar más que cualquier predisposición heredada y que el deterioro cognitivo no puede explicarse solo mirando nuestro ADN. Por eso propone gestos cotidianos que tienen un impacto acumulativo y sorprendente, desde priorizar el sueño para que el cerebro se limpie por dentro hasta aprender cosas nuevas para crear conexiones neuronales frescas.

También habla de la importancia de moverse, de caminar con regularidad, de conectar con otras personas y de prestar atención a señales que solemos ignorar como la pérdida auditiva, el estrés o la inflamación crónica. Son factores que, aunque parezcan menores, influyen directamente en cómo envejece nuestro cerebro. Al final, la idea es entender que cuidar la mente no es un proyecto monumental, sino la suma de pequeñas acciones que repetimos con constancia.

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