RTVE vuelve a colocarse en el centro de la conversación televisiva tras anunciar la cancelación de ‘El condensador de fluzo’, uno de los programas más singulares y reconocibles de La 2. La noticia cayó como un balde de agua fría entre los seguidores habituales del espacio, acostumbrados a que este formato de divulgación histórica aportara un respiro cultural en la parrilla. Durante cinco temporadas, el programa demostró que era posible combinar entretenimiento y rigor sin perder frescura, algo poco habitual en la televisión generalista actual, por lo que su final se siente como el cierre de una etapa que había encontrado un hueco propio.
La confirmación del fin llegó a través de Miguel Ángel Cajigal, El Barroquista, colaborador del programa, quien comunicó en redes que RTVE no renovaría ‘El condensador de fluzo’. Esa frase fue suficiente para activar el descontento de una comunidad que siempre lo defendió con convicción. La reacción, más emocional que numérica, reabre un debate sobre el lugar de los contenidos culturales en un panorama televisivo dominado por la inmediatez. Y, como suele ocurrir, la respuesta del público demuestra que ciertos formatos, aunque modestos en audiencia, construyen vínculos que van más allá de los datos.
1Un formato que encontró su identidad desde el principio en RTVE
‘El condensador de fluzo’ nació el 7 de enero de 2021 con la propuesta de divulgar historia con humor, ritmo y un lenguaje accesible para todas las edades. Desde su primera temporada, presentada por Juan Gómez-Jurado, quedó claro que el programa buscaba romper con la solemnidad tradicional del género. Después llegó Raquel Martos, que llevó esas claves durante tres temporadas, y más tarde Maya Pixelskaya, quien en la quinta temporada dio un giro visual con un plató retrofuturista y nuevas dinámicas que reforzaron su personalidad.
Las secciones también se convirtieron en parte de su sello. RTVE apostó por piezas como las Ruinas históricas de Tomàs Fuentes e Ignasi Taltavull o los Salsehitos de Galder Varas, que aportaban un tono fresco sin perder el rigor del contenido. Sandra Moruiz e Isabel Mellén, por ejemplo, mostraron en redes su tristeza tras la cancelación, aunque lo acompañaron con mensajes de orgullo por haber participado en lo que describieron como un pequeño “milagro televisivo”.





