RTVE vuelve a colocarse en el centro de la conversación televisiva tras anunciar la cancelación de ‘El condensador de fluzo’, uno de los programas más singulares y reconocibles de La 2. La noticia cayó como un balde de agua fría entre los seguidores habituales del espacio, acostumbrados a que este formato de divulgación histórica aportara un respiro cultural en la parrilla. Durante cinco temporadas, el programa demostró que era posible combinar entretenimiento y rigor sin perder frescura, algo poco habitual en la televisión generalista actual, por lo que su final se siente como el cierre de una etapa que había encontrado un hueco propio.
La confirmación del fin llegó a través de Miguel Ángel Cajigal, El Barroquista, colaborador del programa, quien comunicó en redes que RTVE no renovaría ‘El condensador de fluzo’. Esa frase fue suficiente para activar el descontento de una comunidad que siempre lo defendió con convicción. La reacción, más emocional que numérica, reabre un debate sobre el lugar de los contenidos culturales en un panorama televisivo dominado por la inmediatez. Y, como suele ocurrir, la respuesta del público demuestra que ciertos formatos, aunque modestos en audiencia, construyen vínculos que van más allá de los datos.
2Una incertidumbre constante detrás de cada temporada
El propio Barroquista reconoció que ‘El condensador de fluzo’ vivía cada temporada como si fuera la última. RTVE analizaba los datos con lupa y, aunque el programa mantenía un público fiel, la audiencia descendió de forma progresiva. Pasó de 473.000 espectadores y un 2,6% de cuota en su primera temporada a 266.000 y un 2,4% en la quinta. No eran cifras malas para La 2, pero sí insuficientes para garantizar estabilidad en un panorama tan competitivo.
La mudanza del jueves al sábado terminó debilitando aún más su rendimiento, un movimiento que muchos espectadores interpretaron como un golpe indirecto al formato. La reacción en redes tras el anuncio de la cancelación fue inmediata, con comentarios que lamentaban la desaparición de espacios culturales que se mezclaron con comparaciones hacia otros programas recientes que también habían salido de la parrilla, como ‘Culturas 2’. En conjunto, el sentimiento dominante fue el de estar perdiendo una pieza valiosa en la oferta cultural de la cadena.





