Álvaro Medina (38), cardiólogo: “Si trabajas sentado todo el día, no haces deporte y llegas reventado al sofá, no estás cansado: te estás fabricando un infarto”

Permanecer sentado durante horas actúa en el cuerpo de forma similar al tabaquismo, ralentizando el metabolismo y dañando silenciosamente las arterias.. Romper el ciclo del sedentarismo con actividad ligera al llegar a casa es clave para contrarrestar el estrés y evitar fabricarse un problema de corazón.

Pensar que un infarto solo le ocurre a personas mayores o con patologías previas es un error que nos puede costar la vida. Frecuentemente, el ritmo de vida actual enmascara señales vitales de peligro. El cardiólogo Álvaro Medina (38) ha sido contundente al respecto, advirtiendo sobre una realidad incómoda: esa sensación de estar exhausto tras la oficina no es cansancio físico real. Si crees que el estrés de tu jefe cuenta como ejercicio, estás comprando papeletas para un susto mayúsculo o, peor aún, un ataque al corazón fulminante.

Esa rutina de silla, pantalla y sofá es lo que el doctor define como “fabricarse” un problema de salud grave sin darse cuenta. Lo cierto es que nuestro cuerpo no distingue entre estrés laboral y amenaza física real. Cuando Álvaro Medina sentencia que “si trabajas sentado todo el día, no haces deporte y llegas reventado al sofá, no estás cansado: te estás fabricando un infarto”, nos está poniendo frente a un espejo que preferimos ignorar. La inactividad física combinada con el agotamiento mental es el cóctel perfecto para un desastre cardiovascular inminente.

LA TRAMPA DEL CEREBRO AGOTADO

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El cerebro tiene una capacidad asombrosa para convencernos de que no podemos mover ni un dedo al llegar a casa. Sin embargo, la fatiga mental no consume la energía que daña las arterias. Tal como explica Álvaro Medina, sentir que no puedes más es una respuesta química al estrés, no una falta de energía muscular que justifique el sedentarismo absoluto. Quedarse quieto cuando se tiene el cortisol por las nubes es, irónicamente, la vía rápida hacia un colapso coronario que nadie ve venir hasta que ya es demasiado tarde.

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Ese «llegar reventado» del que habla el especialista es una sensación subjetiva tramposa que acumula lípidos en nuestras venas. Ocurre que el estrés sin movimiento físico se convierte en veneno puro para el corazón. Álvaro Medina insiste en que esa falta de quema calórica tras una jornada tensa hace que las hormonas del estrés sigan circulando, dañando el endotelio vascular. No es que necesites descansar más; necesitas moverte para limpiar el sistema y evitar ese temido episodio cardiovascular que se gesta en silencio.

LA SILLA ES EL NUEVO TABACO

Análisis de por qué permanecer sentados ocho horas multiplica las probabilidades de sufrir un infarto y cómo la postura estática afecta a nuestra salud metabólica. Fuente: Freepik
Análisis de por qué permanecer sentados ocho horas multiplica las probabilidades de sufrir un infarto y cómo la postura estática afecta a nuestra salud metabólica. Fuente: Freepik

Pasar ocho o diez horas pegado a una silla de oficina tiene efectos devastadores comparables a fumar, aunque nos parezca exagerado. Sucede que la inmovilidad prolongada ralentiza el metabolismo y la circulación sanguínea. Según el criterio de Álvaro Medina, el cuerpo humano está diseñado para el movimiento constante, no para el estancamiento postural que impera en las oficinas modernas. Al no activar los músculos grandes de las piernas, la regulación del azúcar y las grasas falla, abonando el terreno para una insuficiencia cardiaca.

Creemos que ir al gimnasio una hora compensa el daño, pero la evidencia sugiere que no es tan sencillo revertir el perjuicio. Lamentablemente, estar sentado todo el día anula parte de los beneficios del ejercicio puntual. La advertencia de Álvaro Medina sobre «fabricarse» el problema cobra sentido aquí: es la acumulación de horas pasivas lo que rígida las arterias. Si no interrumpimos esos periodos de inactividad, estamos invitando a un accidente cerebrovascular o a un fallo del corazón a entrar en nuestra vida sin llamar a la puerta.

EL SOFÁ NO ES TU AMIGO

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Llegar a casa y tirarse en el sofá parece el premio merecido tras un día duro, pero es una trampa mortal a largo plazo. De hecho, esa inercia nocturna es la que termina de rematar nuestra salud cardiovascular. Álvaro Medina es muy gráfico al describir esta escena: llegas «reventado» y te paras en seco, justo cuando tu cuerpo necesitaría purgar la tensión. Ese momento de supuesta relajación es cuando el riesgo de sufrir una parada cardiaca aumenta, pues el cuerpo entra en un estado de letargo metabólico peligroso tras horas de tensión.

Confundimos la necesidad de desconexión mental con la parálisis física, y ahí radica el peligro que señala el experto. Resulta que el corazón necesita bombeo activo para recuperarse del estrés diario. Si hacemos caso a la premisa de Álvaro Medina, entenderemos que el sofá es el lugar donde se consolidan los factores de riesgo: obesidad, hipertensión y colesterol. Lejos de recuperarnos, estamos perpetuando un ciclo inflamatorio que puede desembocar en un evento isquémico severo si no cambiamos el chip.

SEÑALES QUE EL CUERPO GRITA

Identificación de los síntomas sutiles que preceden a un infarto y la importancia de no normalizar el agotamiento extremo como algo cotidiano o inofensivo. Fuente: Freepik
Identificación de los síntomas sutiles que preceden a un infarto y la importancia de no normalizar el agotamiento extremo como algo cotidiano o inofensivo. Fuente: Freepik

A veces el cuerpo nos avisa mucho antes de que el dolor en el pecho aparezca, pero estamos demasiado ocupados para escuchar. Pasa que la falta de aliento o el cansancio excesivo son advertencias serias. Álvaro Medina recalca que no debemos normalizar llegar al final del día sintiéndonos al borde de la muerte, porque eso no es vida, es supervivencia biológica al límite. Ignorar estas señales bajo la excusa del trabajo es la receta perfecta para sufrir una angina de pecho o algo peor en la flor de la vida.

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El problema es que asimilamos ese «estar hecho polvo» como un estatus de trabajador esforzado, cuando es un grito de auxilio de nuestras arterias. Realmente, prestar atención a la fatiga inusual puede salvarnos de un desenlace fatal. Siguiendo la lógica de Álvaro Medina, si tu cuerpo te dice que no puede más, no le des más inmovilidad; dale oxígeno y movimiento suave. Monitorizar cómo nos sentimos realmente, más allá del estrés mental, es crucial para detener la gestación de un ataque cardiaco silencioso.

ROMPER EL CÍRCULO VICIOSO

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No hace falta convertirse en maratoniano de la noche a la mañana para revertir esta situación tan peligrosa. Lo fundamental es que pequeñas dosis de actividad diaria rompen el efecto del sedentarismo. Como bien apunta Álvaro Medina, la clave está en no llegar al sofá y quedarse petrificado; un paseo, subir escaleras o estirar cambia la química sanguínea. Evitar ese infarto que nos estamos «fabricando» es posible si entendemos que el movimiento es la única medicina real contra el estilo de vida moderno que nos oxida.

Cambiar la mentalidad de «estoy cansado» a «estoy estresado y necesito moverme» es el giro de guion que tu corazón necesita. Porque invertir en movimiento hoy es ganar años de calidad mañana. Las palabras de Álvaro Medina (38) resuenan porque son verdad: no es cansancio, es una trampa fisiológica. Si logramos levantarnos de ese sofá, no solo venceremos la pereza, sino que estaremos desactivando activamente la bomba de tiempo de un posible fallo miocárdico.

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