El cáncer infantil deja claro que el ejercicio continuado es clave para el bienestar de quienes lo superan

Superar el cáncer infantil no significa que hay que dejar de cuidarse, por el contrario, según muchos expertos, lo más importante comienza cuando se da de alta, pues los músculos y el corazón necesitan recuperarse de lo que el tratamiento debilitó.

El cáncer infantil vuelve a recordarnos que la recuperación no termina cuando finaliza el tratamiento, y que el cuerpo de quienes lo han superado sigue necesitando cuidados constantes para mantenerse fuerte. En los últimos años, los especialistas han insistido en que la actividad física no es un complemento opcional, sino una herramienta imprescindible para que estos niños crezcan con menos secuelas y con un corazón más resistente. El cáncer infantil plantea desafíos que no siempre se ven a simple vista, pero que afloran cuando se analiza cómo corren, cómo saltan o cómo responden sus músculos después de todo lo vivido.

Esa es precisamente la mirada que ha aportado un equipo de la Universidad Europea, al demostrar que el ejercicio continuado marca una diferencia real en la salud de los supervivientes. El cáncer infantil, aun cuando queda atrás, deja una huella que puede mitigarse si el movimiento se incorpora como parte del tratamiento a largo plazo. Los investigadores recuerdan que estos pequeños suelen presentar un engrosamiento de la pared del ventrículo izquierdo, un aviso temprano de cardiotoxicidad, y que la única forma de frenar ese proceso es mantener una rutina donde el ejercicio aeróbico y la fuerza trabajen de la mano.

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La necesidad de apoyo estructurado y accesible

“El acompañamiento es primordial”. Fuente: Freepik

La pauta ideal combina bicicleta, carrera, juegos activos y ejercicios de fuerza con gomas, pesas o el propio peso corporal, siempre bajo el acompañamiento de profesionales formados en Ciencias del Deporte y fisioterapeutas. El gran reto, reconocen, es la falta de financiación para ofrecer este tipo de apoyo a todos los pacientes, aunque proyectos de fundaciones y programas europeos están empezando a cubrir ese vacío.

Varios hospitales madrileños incluyen ya el ejercicio terapéutico en la historia clínica electrónica, un paso que demuestra que la evidencia está cambiando protocolos. Y aunque el cáncer infantil sigue siendo un desafío enorme, España se mantiene entre los países con mejores tasas de curación en oncología pediátrica. Para los investigadores, con ejercicio bien guiado, no solo se mitigan las secuelas, sino que estos niños pueden incluso estar más sanos que antes.

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