Blanca Gómez, psiconeuroinmunóloga: «Muchas personas simplemente necesitan un pequeño apoyo para recuperar la funcionalidad del aparato digestivo”

La experta Blanca Gómez nos explica que muchas veces el aparato digestivo solo necesita un pequeño empujón para volver a funcionar con normalidad, y entender qué lo está irritando, ya sea el estrés, ciertos alimentos o hábitos que pasamos por alto, lo que puede marcar la diferencia entre arrastrar la pesadez todo el día o recuperar esa sensación de ligereza que debería ser lo natural.

El aparato digestivo es ese sistema que solemos dar por sentado hasta que un día empieza a protestar, a hincharse, a recordarnos que algo no va bien. Muchas personas se levantan con el abdomen plano y, a medida que avanza el día, notan cómo la hinchazón se instala y termina arruinando la comodidad, el ánimo y hasta la relación con la comida, pues el aparato digestivo, cuando se desequilibra, no solo genera molestias físicas, sino que también afecta el bienestar general.

La psiconeuroinmunóloga Blanca Gómez insiste en que entender qué está sucediendo es el primer paso para volver a sentirnos bien, sin normalizar esa sensación de pesadez que tantas veces se arrastra durante horas. También nos recuerda que el aparato digestivo funciona como un engranaje sensible que responde a lo que comemos, a cómo comemos y a cómo vivimos emocionalmente, y aunque algunas causas requieren atención médica, muchas otras se pueden corregir con cambios simples en la rutina, desde revisar la alimentación hasta reducir el estrés que tanto influye en la motilidad intestinal.

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Por qué aparece la hinchazón en el cuerpo

“El estrés se relaciona con los daños digestivos”. Fuente: Freepik

Blanca Gómez menciona tres razones habituales por las que tantas personas terminan con el vientre hinchado al final del día. Una tiene que ver con alimentos que fermentan demasiado y generan gases difíciles de manejar, y la otra, con un aparato digestivo que no está funcionando como debería, ya sea por digestiones lentas, enzimas insuficientes o desequilibrios que no siempre se detectan a la primera. Y la tercera, quizá la más olvidada, tiene relación directa con el estrés, que activa el sistema nervioso simpático y frena la digestión sin que nos demos cuenta.

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Según la psiconeuroinmunóloga, el estrés sostenido afecta el aparato digestivo de múltiples maneras, porque ralentiza el tránsito, favorece el reflujo, aumenta la acidez y contribuye a la aparición de inflamación y trastornos como el síndrome del intestino irritable. Por eso, antes de buscar diagnósticos complejos, recomienda observar el propio día a día, identificar esos momentos en los que el cuerpo se tensiona y entender cómo esa tensión termina llegando al abdomen.

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