Blanca Gómez, psiconeuroinmunóloga: «Muchas personas simplemente necesitan un pequeño apoyo para recuperar la funcionalidad del aparato digestivo”

La experta Blanca Gómez nos explica que muchas veces el aparato digestivo solo necesita un pequeño empujón para volver a funcionar con normalidad, y entender qué lo está irritando, ya sea el estrés, ciertos alimentos o hábitos que pasamos por alto, lo que puede marcar la diferencia entre arrastrar la pesadez todo el día o recuperar esa sensación de ligereza que debería ser lo natural.

El aparato digestivo es ese sistema que solemos dar por sentado hasta que un día empieza a protestar, a hincharse, a recordarnos que algo no va bien. Muchas personas se levantan con el abdomen plano y, a medida que avanza el día, notan cómo la hinchazón se instala y termina arruinando la comodidad, el ánimo y hasta la relación con la comida, pues el aparato digestivo, cuando se desequilibra, no solo genera molestias físicas, sino que también afecta el bienestar general.

La psiconeuroinmunóloga Blanca Gómez insiste en que entender qué está sucediendo es el primer paso para volver a sentirnos bien, sin normalizar esa sensación de pesadez que tantas veces se arrastra durante horas. También nos recuerda que el aparato digestivo funciona como un engranaje sensible que responde a lo que comemos, a cómo comemos y a cómo vivimos emocionalmente, y aunque algunas causas requieren atención médica, muchas otras se pueden corregir con cambios simples en la rutina, desde revisar la alimentación hasta reducir el estrés que tanto influye en la motilidad intestinal.

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Pequeños cambios que pueden marcar la diferencia en el aparato digestivo

“Se recomienda evitar los cereales por unos días”. Fuente: Freepik

Gómez insiste en que muchas personas solo necesitan un pequeño apoyo para que el aparato digestivo recupere su equilibrio. Su propuesta pasa por evitar durante unos días cereales y legumbres, así como todos esos alimentos que cada uno sabe que le sientan mal. Sugiere apostar por comida cocinada, que suele ser más amable con el estómago, y espaciar las comidas para darle tiempo al sistema a procesar sin acumulación. Comer solo cuando aparece el hambre real, y no por ansiedad o rutina, es una de las recomendaciones que más recalca.

También apuesta por recuperar prácticas básicas que facilitan la digestión, desde masticar con calma hasta reducir el picoteo constante, que no deja descansar al aparato digestivo. En paralelo, recuerda que cualquier cambio debe adaptarse a cada persona, porque no existe una única forma de sentirse bien. Lo imprescindible es identificar qué hábitos están interfiriendo y cuáles pueden convertirse en aliados.

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