El Alzhéimer lleva años siendo una de las enfermedades más desconcertantes para la ciencia, no solo por su impacto devastador en quienes la padecen, sino porque sus causas siguen sin estar del todo claras. A pesar de eso, cada tanto aparece una pista que obliga a mirar el problema desde otro ángulo, como si la investigación empujara la puerta en una dirección inesperada. Eso es precisamente lo que ocurrió con un programa de vacunación que comenzó hace más de una década en Gales y que hoy vuelve a estar en el centro del debate científico, pues lo que parecía una simple estrategia contra el herpes zóster ha acabado mostrando un posible efecto protector frente al Alzhéimer.
Ese programa, aplicado desde 2013 a personas de 79 años o menos, permitió observar durante años cómo evolucionaba la salud cognitiva de cientos de miles de ciudadanos. Y, poco a poco, se empezó a descubrir con los datos que quienes recibieron la vacuna tenían menos probabilidades de desarrollar demencia con el tiempo. No se trataba de una ligera diferencia, sino de un descenso del 20% en el riesgo, suficiente para hacer que muchos expertos volvieran a plantearse el papel de ciertos virus en el avance del Alzhéimer.
2Más allá de las placas y los ovillos
Durante años, el foco de la investigación se ha centrado casi de forma exclusiva en las placas de beta-amiloide y los ovillos de tau, las marcas clásicas del Alzhéimer. Pero el avance limitado en terapias y prevención ha obligado a muchos equipos a buscar explicaciones fuera del camino habitual. Este estudio encaja justo en esa tendencia, en donde se mira hacia los microorganismos que conviven con nosotros desde la infancia y que, bajo determinadas circunstancias, se reactivan y generan una inflamación que afecta al sistema nervioso.
El herpes zóster es un buen ejemplo de eso, ya que en personas mayores o con defensas bajas, el virus abandona su letargo y provoca un brote doloroso, pero lo que sucede a nivel interno podría ser mucho más profundo. De ahí que esta coincidencia entre vacunación y menor riesgo de demencia haya animado a la comunidad científica a explorar conexiones que durante décadas quedaron relegadas. Además, los investigadores han observado que el efecto protector es especialmente marcado en mujeres, quizá por diferencias inmunológicas o porque ellas presentan más incidencia de herpes zóster a lo largo de su vida.






