El Alzhéimer lleva años siendo una de las enfermedades más desconcertantes para la ciencia, no solo por su impacto devastador en quienes la padecen, sino porque sus causas siguen sin estar del todo claras. A pesar de eso, cada tanto aparece una pista que obliga a mirar el problema desde otro ángulo, como si la investigación empujara la puerta en una dirección inesperada. Eso es precisamente lo que ocurrió con un programa de vacunación que comenzó hace más de una década en Gales y que hoy vuelve a estar en el centro del debate científico, pues lo que parecía una simple estrategia contra el herpes zóster ha acabado mostrando un posible efecto protector frente al Alzhéimer.
Ese programa, aplicado desde 2013 a personas de 79 años o menos, permitió observar durante años cómo evolucionaba la salud cognitiva de cientos de miles de ciudadanos. Y, poco a poco, se empezó a descubrir con los datos que quienes recibieron la vacuna tenían menos probabilidades de desarrollar demencia con el tiempo. No se trataba de una ligera diferencia, sino de un descenso del 20% en el riesgo, suficiente para hacer que muchos expertos volvieran a plantearse el papel de ciertos virus en el avance del Alzhéimer.
3Lo que aún falta por entender sobre el virus, la enfermedad y la vacuna
Pese a los resultados, hay más preguntas que respuestas, pues no está claro si la vacuna funciona evitando las reactivaciones virales, estimulando determinadas defensas inmunitarias o actuando a través de un mecanismo completamente distinto. Incluso existe la duda de si las versiones más modernas de la vacuna ofrecerán la misma protección frente al Alzhéimer. Para avanzar, los científicos han replicado los resultados en países como Inglaterra, Australia, Nueva Zelanda y Canadá, algo que refuerza la credibilidad de los datos, pero no despeja del todo las incógnitas.
Por eso el equipo responsable pide financiación para realizar un ensayo clínico aleatorizado, el tipo de estudio que marcaría un antes y un después en esta línea de investigación. Según explica Pascal Geldsetzer, director del proyecto, sería un ensayo relativamente simple, con una intervención segura y cuyos efectos podrían observarse en poco tiempo. En Gales, recuerda, las curvas de incidencia empezaron a separarse a los 18 meses. Si algo así se confirma en un ensayo controlado, la vacuna contra el herpes zóster podría convertirse en una herramienta inesperada en la lucha contra el Alzhéimer, una enfermedad que cada año suma diez millones de nuevos casos y para la que toda luz nueva sigue siendo urgente.






