El dolor de cabeza puede convertirse en un curioso aviso meteorológico para muchas personas, una especie de señal previa que anuncia que algo está cambiando en el ambiente. Aunque a primera vista suene a creencia popular, lo cierto es que este fenómeno tiene bases fisiológicas reales y aparece con más frecuencia de lo que se piensa, especialmente entre quienes conviven con alguna dolencia crónica. A veces, el dolor de cabeza se instala con suavidad, como un recordatorio silencioso de que la atmósfera está moviéndose, de que una borrasca se aproxima o que la presión empieza a caer.
Porque más allá del folclore y las frases que se repiten en cada cambio de tiempo, el dolor de cabeza se convierte en el síntoma más evidente de que los cambios atmosféricos sí repercuten en la salud. Las personas mayores suelen comentarlo con naturalidad, pero también afecta a jóvenes o adultos sanos, solo que en ellos pasa más desapercibido. La presión atmosférica baja, los vasos sanguíneos se dilatan y el cuerpo reacciona; a veces con un leve malestar, otras con un dolor punzante que recuerda al que se siente al subir a una montaña, al viajar en avión o incluso al bucear.
3Cómo convivir con estos cambios
La parte menos alentadora es que no existe una fórmula para evitar por completo las molestias relacionadas con el clima, ni para impedir que vuelva el dolor de cabeza cuando baja la presión atmosférica. Pero sí se puede preparar el cuerpo para que el impacto sea menor, por lo que conviene mantenerse activo, ya que el ejercicio regular mejora la circulación y la elasticidad muscular. También es importante dormir lo suficiente y mantener una buena hidratación, dos hábitos que ayudan al organismo a responder mejor ante los cambios ambientales.
La recomendación final es que no se trata de luchar contra el clima, sino de procurar que nos encuentre lo más fuertes posible. Si el cuerpo está descansado, hidratado y en movimiento, será más fácil que esos días de humedad o de frío intenso no se traduzcan en incomodidad. Y si aun así llega el dolor de cabeza, al menos sabrá que no es una premonición misteriosa, sino la consecuencia natural de un cielo que está a punto de cambiar.






