El pueblo del norte de Portugal con un puente de Eiffel y la estación más bonita del país

El norte de Portugal esconde un pequeño tesoro llamado Pinhão, un pueblo ribereño que sorprende con un puente diseñado por Eiffel y una estación de tren considerada la más bonita del país, un lugar donde el Duero, los viñedos y la historia se mezclan para crear ese tipo de belleza tranquila que solo se descubre cuando uno viaja sin prisa.

Portugal tiene la habilidad de sorprender incluso cuando uno cree haber recorrido ya todos sus rincones. A veces basta con dejarse llevar por el ritmo tranquilo del río Duero para descubrir lugares que parecen detenidos en otra época, con viñedos que caen suaves por las laderas y barquitos que avanzan sin prisa. Portugal guarda en el corazón del Douro Vinhateiro uno de esos enclaves que enamoran a primera vista, un pueblo diminuto que mezcla historia, tradición y un paisaje que parece pintado más que real.

Ese lugar es Pinhão, un punto pequeño en el mapa que, sin embargo, ofrece una de las experiencias más envolventes del norte de Portugal. Allí, entre terrazas de cultivo, casitas blancas y aromas a vino, el viajero encuentra un ambiente cálido y auténtico. Y no hace falta buscar grandes monumentos, porque lo que lo convierte en un destino especial es la armonía entre su naturaleza, sus construcciones modestas y ese aire antiguo que se respira en cada rincón.

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La vida en el corazón del Douro

“El río Duero”. Fuente: TripAdvisor

En cuanto uno sale de la estación, se encuentra con el centro de Pinhão, un puñado de calles estrechas y tranquilas que invita a caminar despacio. El pueblo es pequeño, pero Portugal lo ha llenado de detalles que lo vuelven encantador como sus tiendas de artesanía con encajes y bordados, restaurantes donde el cocido a la portuguesa y el cabrito asado parecen saber mejor que en ningún otro sitio, y esa cercanía con el río que aporta una calma que se siente de inmediato.

El vino, por supuesto, es protagonista, por lo que varias quintas abren sus puertas a los visitantes, como la Quinta do Bomfim, gestionada por la familia Symington, donde se elaboran vinos míticos como los Dow’s y los Graham’s. Recorrer sus viñedos y su sala de catas es casi una clase en vivo sobre la tradición vinícola de Portugal. También está la Quinta da Avessada, famosa por su moscatel de Favaios y por ofrecer catas al aire libre entre jardines que huelen a uva madura y a historia.

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