Perder peso aparece cada vez más en conversaciones cotidianas y, sin embargo, sigue siendo uno de los objetivos que más frustración genera. No por falta de voluntad, sino porque abundan los consejos contradictorios, los métodos exprés y las expectativas que no se corresponden con la vida real. En una entrevista reciente, el nutricionista Miguel López Moreno retoma el tema desde un ángulo menos estridente, explicando que perder peso no pasa por eliminar grupos enteros de alimentos ni por someterse a rutinas imposibles, sino por entender cómo responde el cuerpo cuando se alimenta con sentido y no con culpa.
En ese diálogo, el especialista subraya que perder peso de forma sostenible exige paciencia y una mirada más honesta sobre aquello que realmente sacia. Insiste en que el éxito no se atiene a trucos espectaculares, sino a la calidad de los alimentos y al equilibrio energético. Y lo hace desmontando mitos muy extendidos, como la idea de que solo las proteínas animales garantizan plenitud o que el ayuno, por sí solo, puede domar el apetito. Su enfoque es directo, sin dramatismos y con la intención clara de despojar a la nutrición de tanta confusión.
1La saciedad real empieza en los vegetales
En la primera parte de la conversación, el doctor recalca que la verdadera saciedad no siempre proviene de los alimentos más calóricos ni de los más publicitados como “proteicos”, sino de aquellos que combinan fibra, agua y volumen. Según él, cuando la base de la alimentación gira en torno a vegetales frescos, legumbres y cereales integrales, perder peso deja de ser un castigo interminable y se convierte en una consecuencia natural. El cuerpo recibe nutrientes, se estabiliza y evita esos picos de hambre que suelen hacer naufragar cualquier intento de mejorar la dieta.
Esa explicación la aterriza con un contraste muy claro. Mientras una comida rica en vegetales, lentejas o garbanzos puede mantener la saciedad durante horas, muchos ultraprocesados provocan hambre casi inmediata. Para él, ahí se esconde uno de los errores más comunes, que es centrarse en contar calorías sin mirar de dónde vienen. Una distinción que, dice, podría cambiar por completo la manera en que la gente intenta perder peso.






