Los alfajores de arequipe tienen esa magia que solo poseen los postres que nacen en casa, esos que van pasando de una cocina a otra y terminan convirtiéndose en parte del ADN familiar. Con su textura suave, su aroma mantequilloso y ese corazón dulce que se derrite al primer mordisco, se vuelven un pequeño lujo que no entiende de edades ni de estaciones. Sin embargo, es ahora, en plena época festiva, cuando más brillo alcanzan, porque funcionan como un puente perfecto entre la tradición y el simple gusto de consentir a quienes uno quiere.
En muchas mesas de diciembre, los alfajores de arequipe ocupan un lugar especial, pues aunque no son pretenciosos, si son irresistibles, y eso los convierte en el regalo perfecto para una visita, en el postre ideal para cerrar una cena o en el antojo que se roba conversaciones mientras la casa huele a canela y a fiesta. Quien los prepara sabe que con pocos ingredientes puede crear algo que siempre genera sonrisas, y ahí radica buena parte de su encanto.
3Un postre con relleno exquisito
Para terminar, debes asegurarte de que los alfajores de arequipe reposen unos minutos antes de servirlos; esto permite que el relleno se asiente y la galleta tome esa textura tierna que los caracteriza. Puedes espolvorearlos con azúcar pulverizada si quieres darles un toque más festivo, o servirlos tal cual, confiando en que su simplicidad es suficiente para conquistar.
Y, sobre todo, debes recordarle a quien los reciba que estos pequeños bocados no son solo un postre. Los alfajores de arequipe son un gesto, una manera de decir “te comparto algo hecho con mis manos y con cariño”. En una temporada donde la casa se llena de ruido, luces y encuentros, pocas cosas se agradecen tanto como un dulce preparado en casa.






