El vino tiene ese poder casi inexplicable de abrir conversaciones, suavizar tensiones y convertir una mesa cualquiera en un pequeño acontecimiento. Hablar de vino es, en cierto modo, hablar de cultura, de memoria y de intuición, porque elegir una botella no es solo una decisión técnica, sino un gesto que dice mucho de quién somos y de qué buscamos en cada ocasión. En tiempos en los que las estanterías están llenas de etiquetas, colores y nombres que intimidan, contar con la mirada de alguien que ha crecido entre barricas ayuda a bajar el ruido y recuperar el placer de escoger sin miedo.
Y en ese terreno, pocas voces resultan tan cercanas como la de Meritxell Falgueras, enóloga, sommelier y periodista con una trayectoria que respira vino en cada palabra. En una conversación reciente en el canal ‘Rompiendo Esquemas’, ofreció una manera relajada y honesta de acercarnos al vino, de entenderlo como un compañero cotidiano que no exige sofisticación, solo curiosidad. Sus reflexiones combinan historia, experiencia familiar y una mirada fresca que invita a perderle respeto al ritual y a recuperar el disfrute.
1Cómo elegir un buen vino sin sentirse perdido
Hablar de elegir vino en el supermercado suele generar más dudas que certezas, pero Falgueras insiste en que no hace falta tener un máster para acertar. Su consejo más práctico es confiar en la bodega y en la marca, porque detrás de un nombre sólido suele haber un trabajo coherente que garantiza cierta estabilidad en el resultado. No se trata de memorizar cientos de etiquetas, sino de identificar aquellas casas que trabajan bien y que mantienen un estilo reconocible.
También explica que la etiqueta del vino es una aliada, no un jeroglífico. La añada, la variedad de uva y el origen son datos que orientan, aunque no hace falta obsesionarse; entenderlos poco a poco permite que, con el tiempo, uno vaya afinando sus preferencias. Falgueras defiende que elegir vino debería ser tan natural como elegir pan o aceite, sin miedo a equivocarse.






